El cuento de la criada - Margaret Atwood


















En el marco de la iniciativa Tarro-Libros 2017, Carmen Forján —@Carm9n— nos ha sugerido que propongamos un libro que nos haya llegado al corazón por su historia, la cercanía de los personajes, el desgarro y la tragedia o la reconciliación con la humanidad que nos ha brindado y, tras dudar entre varios, al final me he decidido por uno de esos libros cuya lectura tenía pendiente desde hace tiempo y que, por fin, he afrontado este año: El cuento de la criada. No es un libro romántico, aunque el amor flota en sus páginas; no es un libro feliz, aunque es un libro con el que el lector reflexiona felizmente; no es un libro optimista, aunque el hecho de presentar una distopía nos permite evitar que algún día sea real; no es un libro para soñar, pero sí es un libro para despertar.
 
Título original: The Handmaid´s Tale
Edición: Bruguera (1ª edición, octubre 2008)
Traducción: Elsa Mateo Blanco
Páginas: 475
ISBN: 978-84-02-42096-1
Precio: Préstamo de la Biblioteca Pública Municipal
Calificación: 10/10

Lo que más me ha gustado: Atwood nos va introduciendo en una historia ambientada en un futuro o en un mundo imposible que sin embargo, poco a poco, nos va pareciendo un futuro cada vez más verosímil. Atwood, con la maestría que la caracteriza, nos sumerge en la historia hasta el cuello.

Lo que menos me ha gustado: Apenas hay acción, por lo que a algunas personas que busquen giros, trama y movimiento le puede resultar lento en algunos pasajes.
"Me gustaría creer que esto no es más que un cuento que estoy contando. Necesito creerlo. Debo creerlo. Los que pueden creer que estas historias son sólo cuentos tienen mejores posibilidades." (Pág. 70)
Elisabeth Moos como Defred
Imagina que hoy al llegar a tu trabajo tu jefe te comunica a ti y a todas las demás mujeres que debéis iros a casa porque se ha aprobado una ley que prohíbe que las mujeres trabajen. Imagina que llegas a casa y compruebas que te han bloqueado las cuentas y que sólo puedes acceder a tu dinero a través de tu marido. Imagina que el mundo está en guerra, la natalidad ha descendido alarmantemente por el uso de pesticidas y de productos químicos y que te arrebatan a tus hijos para dárselos a otras familias mejor situadas socialmente. Imagina que te obligan a dejar tu casa, tu entorno, tu ropa, te visten de rojo con el uniforme de las "criadas" y te trasladan a una casa ajena para que sirvas, si aún estás en edad de procrear, de madre de alquiler para parejas estériles. Imagina...
 "Nolite te bastardes carborundorum" ("No dejes que los bastardos te carbonicen". Pág. 295)
Terrible ¿verdad? Pues esta distopía es la que nos presenta Margaret Atwood en este "Cuento de la criada", el libro con el que salió a la luz en 1985 del armario de las escritoras "minoritarias" o "desconocidas" no sólo por su estilo vibrante y empático sino también por todo el debate moral, político, social e incluso religioso y ético que provocó su publicación. Si en "Por último, el corazón" nos chocábamos al principio con una pareja viviendo en un coche rodeados de soledad, inseguridad y miseria aquí nos encontramos en una habitación blanca, austera, monacal, donde una mujer sola, una criada a la que conoceremos como Defred, nos va relatando capítulo a capítulo, lentamente, como el volar de un diente de león (flor muy presente a lo largo del relato, símbolo de la inocencia, de los deseos que pedimos antes de soplarla, de la libertad) cómo ha llegado allí y que fue todo lo que ha perdido. Porque ha perdido todo, absoluta y totalmente. Está regulado desde cómo tiene que hablar, cómo tiene que vestirse, cuándo y qué tiene que comer, cuándo tiene que bañarse. Aparentemente ella no tiene derecho a quejarse (ni literal ni metafóricamente) pues está en una clase social privilegiada, la de las criadas: mujeres jóvenes y sanas que se ven exentas de realizar cualquier tipo de trabajo físico o manual y cuya función es única y exclusivamente quedarse embarazadas. Si los hijos no nacen es por culpa de las mujeres, por supuesto, ya que no hay hombres estériles, claro. Oficialmente
"Pero si alguna vez, en el futuro, te conviertes en adulto, si logras llegar tan lejos, por favor recuerda esto: nunca estarás tan atado como una mujer a la tentación de perdonar a un hombre. Es difícil resistirse, créeme. Pero recuerda también que el perdón es un signo de poder. Implorarlo es un signo de poder, y negarlo o concederlo es un signo de poder, tal vez el más grande." (Pág. 216)
A Defred la han asignado la casa del Comandante Fred (de ahí viene su nombre, pues hasta eso le han arrebatado) quien ha sido incapaz de dejar embarazada a su Esposa Serena Joy, una antigua estrella de la televisión que llevada por el fanatismo religioso puso también su grano de arena a la situación en la que el país se encuentra en ese momento. 
"Fraternizar significa comportarse como un hermano. Me lo dijo Luke. Dijo que no existía ningún equivalente de comportarse como una hermana. Según él, tenía que ser sororizar, del latín." (Pág. 26)
Atwood nos coloca en el peor de los escenarios posibles: un país sometido a una dictadura de corte religioso donde todo está reglado hasta el detalle sin apenas dejar espacio libre a la autonomía personal, al libre albedrío. Bajo la creación de ese mundo "moralmente perfecto" se castiga incluso con la pena de muerte (exhibición pública de los cadáveres incluída cual espectáculo medieval) la masturbación, la homosexualidad, la práctica de abortos, la infidelidad, la impiedad, la tenencia de libros y revistas, la voz que se atreva a cuestionar el régimen... la lista de lo prohibido es interminable. La peor parte, por supuesto, se la llevan las mujeres, quienes incapaces de acceder a los puestos de poder políticos se deben distribuir en distintas castas siendo las más "privilegiadas" las Esposas de los Comandantes y las Tías (guardianas de la moral femenina, pues ¿qué mejor forma de controlar a las mujeres que hacerlo a través de las propias mujeres?). 
"En aquel entonces las mujeres no estaban protegidas. Recuerdo las reglas, reglas que no estaban escritas pero que cualquier mujer conocía: No abras la puerta a un extraño (...) No te pares en la carretera a ayudar a un motorista que parezca tener un problema (...) Si alguien silba, no te vuelvas para mirar. No entres sola de noche en una lavadería automática." (Pág. 47)
Todo lo anterior bajo el velo de un supuesto proteccionismo hacia la mujer, para que ésta se encuentre a salvo de violadores, corruptores, agresores... para protegerlas también de sí mismas y de sus tentaciones, sus complejos, sus inseguridades. Porque si una mujer fue agredida, violada, atacada fue porque Dios quería «darle una lección, darle una lección, darle una lección», tal y como todas las criadas repeten a coro en su curso de formación. Por eso no pueden maquillarse, ni escuchar música, ni cantar, ni reír, ni leer, ni escribir, nada que implique diversión y distraerse de la obligación de meditar y mantenerse pura. 
"Éramos las personas que no salían en los periódicos. Vivíamos en los espacios en blanco, en los márgenes de cada número. Esto nos daba más libertad.  
Vivíamos entre las líneas de las noticias." (Pág. 97)
Defred nos emociona cuando recuerda a esa hija que sigue viva aunque le resultaría menos doloroso que estuviera muerta; cuando recuerda esa vida rutinaria que llevaba con Luke, su marido, la disposición de cada objeto en la que fue su casa, la desidia con la que a veces afrontaba los días que ahora le parecen tan felices, la poca atención que puso a cada lunar de la piel de Luke, a cada palabra pronunciada por su hija, a cada trozo de pescado que cocinó, lo poco que supo valorar que cada movimiento que entonces hacía era un vuelo en libertad. 
"La humanidad es muy adaptable decía mi madre. Es sorprendente la cantidad de cosas a las que llega a acostumbrarse la gente si existe alguna clase de compensación". (Pág. 275)
En conclusión, nos encontramos ante un clásico de la literatura feminista que nos presenta una distopía que tiene como característica terrible y desconcertante la presentación de un mundo que no nos resulta completamente desconocido, como si ya hubiésemos oído hablar de él en los ecos de pasado, y lo que es peor, no nos parece imposible de existir en un futuro e incluso en algunas áreas de nuestro presente. El cuento de la criada se trata de un libro magistral en que Margaret Atwood depliega con toda la maestría de la que ella es capaz la prosa cuidada con la denuncia social y el activismo feminista y medioambiental. Terminarlo supuso para mi un shock no sólo por todas las preguntas que deja sin respuesta sino porque me parecía oír sobre mi hombro la voz de la autora susurrándome: «¡Cuidado! ¡no os confiéis! Si dejáis de luchar algún día puedes ser tú la que cuente este cuento, el cuento de la criada».

Nota: la cadena Hulu tiene previsto el estreno de una serie de TV inspirada en este libro, y con su mismo título, para el 26 de abril de 2017. Así mismo, aunque la edición de Bruguera que aquí he comentado está descatalogada, he leído que está previsto que Salamandra la reedite este año. ¡Qué gran noticia!

Comentarios

  1. Hola ! Vengo desde el Tarro-Libro.
    Que reseña más buena !!!
    Me apunto el libro. Gracias por compartirlo.

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    1. ¡Gracias a ti Gaby! Aún tengo pendiente tu receta de Pan de Amapola... estoy esperando a comprar el libro para hacerla ;-) :***

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  2. Interesante, me gusta tu propuesta, lo anoto.

    Gracias.

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    1. ¡A ti! Me alegro de que te haya gustado y espero que disfrutes leyéndola. Ya me contarás.

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  3. Si es que Margaret no da puntada sin hilo!!!
    El libro es brutal,y cada vez me maravilla más el poder de atracción que tiene esta mujer escribiendo! A pesar de la dureza de la historia y de la rabia y el dolor de estómago que me provocaba no podía dejar de leer! !! Y bueno el prólogo me pareció perfecto, redondo como pocos!
    Ya sabes Raquel, en Abril atacamos librería que sale en castellano! y la serie ganazas de verla! :D
    Un besoteee! ^^

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    1. Es tremenda. Leí por goodreads algún comentario que acusaba a la novela de ser demasiado lenta, de que no pasaba nada... En mi opinión no puede haber comentario más desacertado. Esa lentitud es aparente, superficial. Si escarbas un poco encontrarás gusanos, arañas, que disfrazan inquietudes, rabia, dudas y temores ¿no implica eso movimiento?
      Un abrazo, mi Atwoodfan!!! <33

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  4. Me encanta tu elección! Además es una novela que me están recomendando mucho y por lo visto la van a reeditar en breve. ¡La de libros que estoy apuntando con esta iniciativa tarro-librera! :)

    Besos!

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    1. Esta iniciativa va a ser nuestra ruina... todos los días veo y apunto un libro que me llama la atención ¡y eso que intento seleccionar!
      Gracias por pasarte por aquí y te recomiendo encarecidamente la lectura de este libro. Si no conoces a Atwood a través de él conseguirás una vista de pájaro de su obra muy interesante. Y si la conoces ya sabes que no te va a dejar indiferente en absoluto. ¡La recomendarás hasta la saciedad!
      Y en abril, aguas mil y reedición en librerías de esta joya ;-)
      Un abrazo

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  5. Uf, ¡qué dura tiene que ser esta lectura! Y sin embargo, parece obligado entrar en sus páginas y hacerse eco de lo que cuenta para evitar caer en ello.

    Tomo nota.

    Besos!

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    1. ¡Hola Narayani!
      Es dura. Dura porque como mujeres no podemos evitar meternos en la piel de su protagonista y sufrir con ella. Dura también porque hay cosas que cuenta que no están tan lejos de nosotras como nos gustaría. Dura... pero imprescindible. Prepara un momento en el que te encuentres con el ánimo de sumergirte en él. Te aseguro que no perderás el tiempo y que, incluso, disfrutarás leyéndolo. Uno de esos libros que te cambian la forma de ver las cosas.
      Un abrazo y ¡gracias por pasarte por aquí!
      <33

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