Las relaciones humanas - Natalia Ginzburg


Título original: Le relazioni umane [Incluído en el libro Las pequeñas virtudes]
Edición: Acantilado. Febrero 2002 (1ª ed. Séptima reimpresión Junio 2016).
Traducción: Celia Filipetto
Páginas: 113-143
ISBN: 978-84-95359-66-7
Precio: 14,00€
Calificación: 10/10
«Las relaciones humanas deben descubrise y reinventarse todos los días.» (Pág. 143)
Si en Silencio Natalia Ginzburg condenaba el uso de la palabra como método de encubrimiento, para escaquearse de lo importante, y también el silencio cómplice que impide los cambios y las protestas, en este ensayo mi Naty va haciendo una relación entre el desarrollo del ser humano y la importancia de la palabra en un ámbito concreto: la familia. En la infancia la palabra se ve como ese ente superior del que los adultos, los padres, hacen uso de forma impositiva y presuntuosa relegando a los niños a meros espectadores, a sujetos pasivos, de las decisiones que otros toman por ellos. Esas palabras, ininteligibles, van en ocasiones acompañadas de portazos, de gritos, de discusiones que provocan en los niños un sentimiento de miedo mezclado con temor e incomprensión y también con vergüenza, esta última asentada en la creencia de que la familia en la que todo eso sucede no es "normal". El alivio, dice Natalia, que se siente cuando vas de visita a casa de una amiga y compruebas que sus padres también gritan y dan portazos es sumamente reconfortante.
«Nos obsesionaron durante tantos años con su misterio, que ahora nosotros nos vengamos oponiéndoles nuestro misterio, un rostro impenetrable y mudo, ojos de piedra.» (Pág. 117)
Si durante la infancia esa palabra resulta abstracta y oscura, en la adolescencia se convierte en un ente concreto y aprensible. Uno comprueba que es adolescente cuando comienza a entender todo lo que se dice a su alrededor. Pero entonces sucede algo increíble: pudiendo el adolescente defenderse y alardear de ese nuevo poder que tiene no lo hace. ¿Por qué? Pues porque le importa un comino lo que sucede a su alrededor que no le afecte a él directamente. Si en la infancia anhelaba tener el dominio de la palabra y hubiese dado cualquier cosa por tenerlo, en la adolescencia, conseguido ese sueño, ya no se valora, se desprecia. Lo importante ya no sucede en casa sino fuera de ella, en la calle, en la escuela. 
«Nunca hemos sentido con tanta fuerza el amor que nos une al polvo de los caminos, a los estridentes gritos de los pájaros, a ese ritmo jadeante de nuestra respiración.» (Pág. 139)
Entonces, transcurrida la adolescencia, llega la etapa adulta, el momento de los amores tranquilos, del abandono del que ha sido hasta ese momento nuestro hogar, la incorporación al mundo laboral, el comienzo de una nueva familia elegida, la aparición de los miedos, de las inseguridades, del temor de que a los hijos les suceda algo y no seamos capaces de protegerles, el reconocimiento de otra cosa nuevamente asombrosa: la timidez sigue estando ahí. Esa timidez que dominó la infancia, contra la que se luchó con denuedo en la adolescencia, que se creía superada en la época adulta, persiste titánica e inamovible. 
«En el centro de nuestra vida está el problema de nuestras relaciones humanas». (Pág. 113)
Este ensayo, escrito en 1953, se considera el germen de una de las grandes obras de Natalia Ginzburg, Léxico Familiar, publicado en 1963, puesto que aquí siembra sus primeros recuerdos de infancia en esa casa ruidosa poblada por los gritos, las risas y las discusiones de sus padres y sus cuatro hermanos mayores y que ella, la pequeña de la familia, observaba con desconcierto, temor y también con cierta admiración. Natalia, como ya sabemos, era una mujer discreta, poco dada a hablar de sí misma de forma directa, y por eso en este ensayo, se esconde usando el plural mayestático, pero no es difícil reconocer en el relato los gritos de su padre, Beppino, los objetos lanzados por su madre, Lidia, y los portazos de sus hermanos, los paseos tranquilos con su primer marido bajo la lluvia. Natalia comienza aquí ya a profundizar en la transcendencia de la palabra, en cómo sirve de red para tejer las relaciones entre las personas, o para destejerlas también, en la palabra que une y separa, que ovilla y desmadeja, que aclara u oscurece. La palabra que ella tanto respetó y amó, rindiéndole un culto delicado y honesto.

Entrada creada en el marco de la iniciativa de Adopta una Autora, proyecto que tiene como objetivo, tal y como indica su nombre, adoptar una autora (que conozcas, quieras conocer y, sobre todo, desees dar a conocer) independientemente de su raza, religión, orientación sexual, época o temática. Un proyecto sumamente interesante sobre el que podéis obtener más información en su blog https://adoptaunaautorablog.wordpress.com. ¿Se animan?

Comentarios

  1. Cómo se nota lo mucho que te gusta Naty! Qué bonitas palabras y con qué calidez hablas de ella.
    Cada vez que te leo más ganas tengo de saber qué me transmite una lectura de esta mujer, si es tan bonito como lo que tú expresas cada vez que hablas de ella, te puedo asegurar que estará entre mis top. ^^
    Un besote!!

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    1. Ojalá, mi Anita. Ojalá te llegue tan hondo como estas reseñas que escribo, que no son ni la décima parte de bonitas de lo que ella escribe. Este libro, el de las pequeñas virtudes, es una delicia para leer. Si finalmente te decides por él esperaré ilusionada tus impresiones. Si no te gusta, ¡no te sientas culpable! Los autores también nos eligen a los lectores y todo va también en función de nuestro momento, así que ya me contarás...
      Gracias, mil gracias por compartir conmigo "tu momento de Raquel" ;-) <33333

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  2. Coincido con Eibi. No sé si disfrutaré a Naty tanto como disfruto leyéndote a ti hablándonos de ella. Un abrazo post-Pascua!

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    1. Jajaja. De verdad, que sois unos soletes. Pues dale una oportunidad a mi Naty y me cuentas qué te parece. Si te gusta, hacemos un club de fans, y si no... siempre nos quedará Nemirovsky y tantas otras musas que compartimos.
      Otro abrazo enorme post-Pascua y un millón de gracias por pasarte por aquí. Ojalá hubiera una opción en blogger para poder enviar "cafés y abrazos blogueros".

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