Lecturas de enero

«(...) todo ser humano ha nacido para escribir un libro, y sólo para eso. Un libro genial o un libro mediocre, poco importa, pero el que no escriba nada es un ser perdido, no ha hecho más que pasar por la tierra sin dejar huella alguna». (Agota Kristof. Claus y Lucas.)
Escribir un libro, dejar huella, encontrar un sentido aun a riesgo de tensar la cuerda de la cordura. La literatura como redención y realización personal es el motor que impulsa a las mujeres que he leído este mes. Algunas intentaban ahuyentar los fantasmas de los muertos y convertir sus recuerdos en árboles como Natalia Ginzburg o Agota Kristof, quienes sufrieron las terribles consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Otras intentaban superar un sentimiento de culpa que se pegaba a ellas como una sombra persiguiéndolas en las esquinas de todos los bordillos como Clarice Lispector o Elisabeth Strout. Otras luchaban por la sororidad, la identidad de ellas mismas como mujeres y de todas aquellas silenciadas que se vieron sometidas a un destino del que es difícil escapar como Rosamond Lehmann o Sigrid Undset. Otras buscaban un sitio propio, un lugar de pertenencia, una identidad propia por la que ser la Una y no La Otra como Héléne Cixous. Y otras buscaban recrear los últimos momentos en la vida de mujeres que pagaron un precio muy alto por su libertad, como Hannah Kent. Autoras que dejan huella. Libros que dejan huella. 

1. Claus y Lucas. Agota Kristof. A quien no conozca este libro le aconsejo que comience leyendo La analfabeta para crear un contexto de la vida de Agota, familiarizarse con su estilo y poder entender mejor esta obra de arte formada por tres obras. Tres libros muy diferentes entre sí pues fueron publicados por separado aunque tienen un hilo común: la historia (oscura, trágica y de supervivencia) de los gemelos Claus y Lucas. El primer libro, El gran cuaderno, es una de esas #joyitas que no se olvidan nunca y que cuando acaban siguen resonando como un eco. Nada es lo que parece. Nos damos cuenta de que Agota ha hecho un ejercicio impresionante de creación al vendernos una historia maravillosa que no es real pero que quizás por eso conmueve tanto. Y es que hay verdades que sólo se pueden digerir y superar a través del autoengaño y de la mentira. Dos niños: Claus y Lucas. Un país: Hungría. Varias épocas: entreguerras, Segunda Guerra Mundial y la llegada del comunismo. Imprescindible.

2. Las palabras de la noche. Natalia Ginzburg. Regresar a #miNaty es como volver a casa una noche de invierno helada sabiendo que te esperan con la chimenea encendida y un buen café recién hecho. Curioso, porque las historias de Natalia son de todo menos amables. Con su estilo minimalista, sus frases cortas casi telegráficas, como si estuviese ahorrando papel y tinta, prescindiendo de cualquier complemento, capta como en una foto en blanco y negro no sólo escenas que nos resultan familiares sino también sentimientos. En esta pequeña novela Natalia fotografía a una joven de pueblo que, una vez más, se escapa a la ciudad, ese símbolo de libertad, ilusión y proyectos, para encontrarse con su joven amante. La excitación de las emociones es única. Sentimos su ligereza, su alegría, a pesar de que él es un joven desencantado. La realidad, como no puede ser de otra manera, se acaba imponiendo y a susurros nos cuenta la historia de ese desamor, si es que alguna vez fue amor. 

3. A la intemperie. Rosamond Lehmann. Hay escritoras que cortan la respiración por la historia que narran, como Agota Kristof. Hay otras que provocan esa admiración por su estilo narrativo tan propio que embellece cada coma que anotan. Este es es caso de Rosamond Lehmann, una mujer cuya escritura me ha fascinado y que ha supuesto todo un maravilloso descubrimiento por su especial sentido del humor, su espíritu crítico, su perspicacia en la presentación de los personajes y, sobre todo, por esos diálogos tan llenos de contenido y tan esclarecedores sobre la naturaleza humana. Una escritora completísima como nos demuestra en esta #joyita ambientada en el período de entreguerras y donde se entrevé el espíritu bohemio, intelectual pero también crítico que caracterizó al grupo Bloomsbury del que ella fue asidua. Una joven separada de su marido, regresa a su casa a visitar a su padre enfermo. Los recuerdos se agolpan. Las expectativas no cumplidas la atoran. Pero ella se muestra firme en su voluntad de seguir adelante como una mujer independiente con identidad propia. No es fácil y un encuentro fortuito con un antiguo amor tampoco allana el camino. Qué bien escribe Rosamond, de verdad, pero qué bien. 

4. Todo es posible. Elisabeth Strout. Todo es posible, incluso que una autora que no te entusiasma de repente se reencuentre contigo y te convenza de que viene a formar parte de tu vida. Si bien con Me llamo Lucy Barton me quedé un poco fría (expectativas infladas por todo lo que había leído sobre ella) con Todo es posible me ha conquistado. Ay, ¡qué haría sin mis libreras! Alba, de @Lib_Mujeres me insistía en que le diese otra oportunidad, y así lo hice, sin esperar nada... y llegó Todo. Una escritora que acaba de publicar un libro autobiográfico levanta todo tipo de recuerdos entre los miembros del pueblo en el que nació y se crió. Decepciones, silencios llenos de gritos, soledades, el paso del tiempo que asesina ilusiones, secretos a voces ante los que no se hizo nada... Una colección de historias contadas de forma brillante e íntima donde los personajes se desnudan mientras nosotros les observamos escondidos detrás de un visillo. Una lectura absolutamente recomendable. 

5. Las ensoñaciones de una mujer salvaje. Hélène Cixous. Una mujer despierta una mañana y le invade la felicidad. Recuerda. En mitad de la noche se despertó y escribió en el cuaderno de notas de su mesilla, con su infalible rotulador negro de punta ancha, cuatro páginas que serán el embrión de su nuevo libro. El Viniente, la inspiración, el libro, llegó por fin a su vida en medio de un sueño. Se dispone a leer esas páginas pero ¡horror! tres de ellas han desaparecido. Rebusca por toda la casa y no aparecen. Los recuerdos se agolpan, su madre comadrona, su padre muerto cuando ella tenía trece años, su hermano Pierre asociado a episodios como La Bici o El Perro que marcaron su infancia... Hélène Cixous tiene una obsesión: buscar el lenguaje femenino y en este libro, desgraciadamente uno de los pocos traducidos al español, es un ejercicio virtuoso de deconstrucción de palabras, ruptura con las reglas de puntuación y juegos que parecen trabalenguas con los que viajamos a su infancia a una Argelia que nunca fue suya y que tuvo que abandonar por sufrir una triple discriminación: mujer, judía de raíces francesas y alemanas. La narrativa poética o la filosofía poética, como la llaman, de Cixous, autora de La risa de la medusa, uno de los textos fundacionales del feminismo francés, es un deleite de buena literatura original, diferente, reivindicativa y emotiva. 

6. Por qué este mundo. Una biografía de Clarice Lispector. Benjamin Moser. Minuciosa. Así es esta biografía sobre «la esfinge brasileña» que no solo hace una cronología de su vida sino que cada uno de sus pasos va acompañado también de un amplio contexto social, político y económico centrado especialmente en las vicisitudes del pueblo judío, lo que le da un plus añadido de atlas histórico realmente interesante. Las fuentes consultadas por Moser son exhaustivas y la bella edición va acompañada de un dossier fotográfico de Clarice que nos acompaña en su lectura de forma inspiradora. Un libro de referencia para acercarnos a esta maravillosa autora, entender su enigmática narrativa y conocer mejor sus raíces, las circunstancias del exilio que la llevaron de bebé a Brasil, el sentimiento de culpa que la marcó de por vida, la obsesión por excavar en sus emociones para ponerle nombre a todo. Ay, Clarice.

7. Ida Elisabeth. Sigrid Undset. Siguiendo con el reto #WomenPNL de @todo_mi_ser en el mes de enero tocaba leer a la tercera mujer en recibir el Premio Nobel de Literatura, la sueca Sigrid Undset, en 1928. Conocida sobre todo por sus obras ambientadas en la Suecia feudal, este libro está ambientado en el período de entreguerras lo que le da un carácter actual incluso a día de hoy. Sigrid explora aquí la cuestión de la responsabilidad moral y la conciencia a través de la historia de Ida, una joven trabajadora y luchadora que por una mala decisión tomada en la juventud se ve atrapada en un matrimonio desgraciado. Su marido, infantil e inmaduro, supone un lastre para ella. Un desgraciado accidente será el punto de inflexión que la llevará a decidirse a huir y ser madre soltera. La vida sigue y un nuevo amor se cruza en su vida, un hombre en apariencia respetuoso y liberal que sin embargo es muy crítico con los hijos de ella. ¿Qué hacer? ¿Hay que seguir cargando con aquellas personas que nos lastran por cariño o responsabilidad o es mejor romper con todo? ¿Cómo conciliar el ser madre con ser mujer enamorada? ¿Qué es ser egoísta y qué es ser compasiva? Una historia muy interesante que ha resistido muy bien el paso del tiempo.

8. Ritos funerarios. Hannah Kent. Esta novela fue el trabajo de tesis de la jovencísima autora quien, tras una estancia por estudios en la misteriosa Islandia, decidió escribirla sobre la última mujer condenada a muerte en ese país. ¿Era inocente o culpable? ¿Es el mero hecho de ser mujer motivo de sospecha? ¿Y si además esa mujer es soltera, sin hijos, con carácter, alejada de lo que se espera de ella socialmente? Una historia de intriga que atrapa desde las primeras líneas pero que es muy irregular en su planteamiento, sobre todo por la lentitud de la trama, el esbozo de los personajes secundarios y la repetición de determinadas ideas. No obstante, engancha, entretiene y plantea el debate sobre la irrevocabilidad de la pena de muerte, la injusticia social, las diferencias de clase, la vulnerabilidad de los estratos sociales más bajos y qué precio tienen que pagar aquellas mujeres que optan por ser libres y autosuficientes en medio de una sociedad tradicional, opresiva y cerrada. Muy recomendable. 

... Febrero me espera con estos libros sobre la mesita de noche...

#narrativa #pintaza
#poesía #belleza
#ensayo #unapreciosidad


Comentarios

  1. Al fin terminé Ritos funerarios. La verdad es que coincido contigo en su irregularidad. Pero me atrapó. Podía sentirme en una de esas cabañas islandesas preparándome para segar. Ay, Agnes...Un gran personaje y una estupenda "tesis" de la autora.

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