Cuatro Hermanas - Jetta Carleton


Título original: Moonflower Vine (Enredadera de la Dama de noche. Todo un símbolo de la novela)
Edición: Libros del Asteroide (5ª Edición. 2015)
Traducción: María Teresa Gispert
Páginas: 412
ISBN: 978-84-92663-04-0
Precio: 19,75€
Calificación: 9/10

Lo que más me ha gustado: el canto a la vida y al amor de la familia. Nos enfadaremos, nos odiaremos, nos perdonaremos, nos costará, pero nos aceptaremos porque estamos en nuestra zona de confort, en nuestro búnker seguro. Esa es la idea sobre la que Jetta Carleton gira una y otra vez en este libro. Una idea preciosa que te reconcilia con la vida y también con la buena literatura. La prosa de Jetta es tan hermosa que sus palabras y sus damas de noche flotan en nuestra mente dejando una esencia inolvidable.

Lo que menos me ha gustado: saber que Jetta Carleton no escribió ningún libro más a lo largo de su vida. Comenzó uno al quedarse viuda pero no pudo terminarlo. Una auténtica lástima. (Ya, lo sé, esta crítica no tiene nada que ver con el contenido del libro pero es que es tan bello...)
«Y se subió al tren sabiendo que así sería el resto de su vida. No podía quedarse, pero tampoco podía estar lejos, y volvería de vez en cuando, condenada para siempre a ir y venir, y a soportar aquellas horribles despedidas. Ése era el precio de su libertad. Pero así era como tenía que ser». (Pag. 139)
Luis Solano, editor de Libros del Asteroide, dijo en una entrevista cuando le preguntaron por este libro: «Recuerdo que hice un viaje de Barcelona a Madrid y me sorprendí a las dos horas de lectura, llorando. Y tuve claro que teníamos que publicarlo, fue un flechazo». Sí, llorando. Yo también he llorado con este libro. Y de antemano aviso que siento una cierta repulsa hacia los dramones literarios, esos de historias rebuscadas y melodramáticas que tiran de recursos fáciles para emocionar al lector. Pero, por supuesto, este no es uno de esos libros. Su gran mérito consiste, sin duda alguna, en conmover a quien lo lee desde su misma altura. No desde arriba, tirando de su admiración o autoconmiseración, ni desde abajo, tirando de la compasión o la injusticia, sino contando una historia "normal" de una familia "normal" a la que le suceden cosas "normales". Jetta juega con una idea que a todos enternece: las relaciones con los padres que en muchas ocasiones se congelan en el tiempo haciendo que nos creamos la ilusión de que con ellos podemos sentirnos seguros, son nuestras personas-refugio, la cocina símbolo del vientre materno, el jardín donde explorar sin sentir miedo, las personas que siempre nos apoyarán y aceptarán hagamos lo que hagamos, seamos como seamos, pase lo que pase. 
«Las vidas que llevábamos en el exterior quedaban suspendidas; los asuntos del mundo, olvidados, y sólo recordábamos nuestra sangre común. NO importaba que nuestros valores no fueran ya los mismos, ue hubiéramos emprendido caminos distintos; cuando nos encontrábamos en familia, sabíamos disfrutar todos juntos». (Pág. 14)
Jetta Carleton
Quizás contribuya a ello la primera parte, narrada por la cuarta hermana, la pequeña Mary Jo, alter ego de la autora. Son los años setenta. Tres hermanas: Jessica, Leonie y Mary Jo, pasan como todos los años su verano en la casa familiar de sus padres, en un pueblo de Missouri. La cuarta hermana, Mathy, está muerta. A pesar de que todas ellas ya son mujeres adultas, con carreras profesionales consolidadas e incluso con hijos propios algunas de ellas, en la casa familiar se comportan como adolescentes: corren, saltan, se bañan desnudas en la laguna, persiguen animales, recolectan frutas silvestres, cocinan a todas horas, cantan... Los padres, Matthew y Callie, las reprenden con cierta condescendencia, como si se negasen a que esas mujeres adultas hubiesen crecido alguna vez. En esa casa familiar se permiten regresar a la infancia, todos ellos, a aquella época que en este episodio se presenta tan bucólica, inocente y feliz como una infancia puede imaginarse ser. La vuelta a ese microcosmos de la granja representa la realización de un sueño cumplido: el regreso a la infancia. Y es que, los que hemos tenido la suerte de recordar la infancia como una etapa feliz, ¿cuántas veces no hemos deseado tener una varita mágica y poder regresar a ella?
«Había cosas que deseabas durante toda tu vida y, de pronto, al cabo de un tiempo, no estabas más cerca de ellas que antes y ya no te quedaba tiempo». (Pág. 379)
Sin embargo, en los episodios posteriores damos un salto atrás en el tiempo y vamos conociendo a todos sus personajes, uno a uno, y comprobamos que la aparente armonía familiar era solo un espejismo. No, no se preocupen, no hay elementos sórdidos, delictivos ni desagradables. Tan solo un matrimonio que logra convivir gracias a la cualidad, especialmente de la madre, de mirar para otro lado y unas hijas que intentan rebelarse ante la tiranía no solo familiar sino social (son los años cincuenta) que impone un modelo de mujer único y encorsetado. Jessica, la hermana mayor, se enfrenta a su familia para poder vivir con el gran amor de su vida; Leonie, la hermana mediana, es el ejemplo perfecto de hija ideal que, como diría Rosa Montero, #HonraALosPadres pero que se verá de repente inmersa en una difícil situación ante la que tendrá que elegir; Mathy, la hermana pequeña en esa época (Mary Jo nacería años después), es la niña salvaje, traviesa, exploradora y alegre que aspira a luchar por sus sueños y disfrutar de cada segundo de vida. 
«A veces un hombre no quiere que lo salven. Pero él siempre acababa por desearlo realmente. A pesar de todo lo que le hacía a Callie, no podía vivir sin ella, ni tampoco quería». (Pág. 230)». (Pág. 167)
Matthew, el padre, un profesor frustrado por no haber podido asistir a la Universidad ni vivir las delicias de las grandes ciudades, es un hombre devoto de la familia pero propenso a los enamoramientos platónicos, que sueña con vivir una vida distinta a la que tiene. Estricto y severo, era la amenaza y la autoridad, pero todas le respetaban y le aceptaban «como acepta uno el tiempo». Callie, la madre, es una mujer resignada cuya vida se reduce al trío casa-marido-hijas pero que también esconde su propio secreto inconfesable. 
«Y ninguna de ellas podía hacer la cama sola. Tenían que trabajar de dos en dos, lo cual originaba el consiguiente diálogo y una inexplicable hilaridad. No sabían hacer nada en silencio. En sus oídos resonaba el ruido continuo de los utensilios domésticos —los cubos de fregar, el cepillo de la alfombra, la bomba del pozo, la batidora». (Pág. 256)
Risas, discusiones, ruidos, choque de platos, gritos... silencio, secretos. La historia de una familia. Y aquí es donde entra la gran maestría narrativa de Jetta Carleton, una mujer que únicamente publicó un libro en toda su vida, a pesar de saber manejar como pocos los tiempos narrativos, los vínculos entre historias, el simbolismo y la dosificación de información y de sensaciones. Jetta nos atrapa por esa voz tan potente y armoniosa que embelesa y embellece todo cuanto toca, creando una novela redonda en la que todos los cabos están atados. Ningún hilo sobresale, formando un tapiz de personajes tan humanos y coloridos que nos cubre de amor hacia la buena literatura. Aunque ella misma nos avisa de que no se trata de un libro autobiográfico hay tantas emociones contenidas y tantas explosionadas que resulta difícil creer que no lo sea. 
«Volvimos a casa sonriéndonos unos a otros, sintiéndonos más alegres, com renovados. El florecimiento de las damas de noche era una especie de milagro y, como todos los milagros auténticos, tenía el poder de sanar». (Pág. 40)
Años después, cuando la familia vuelve a reunirse (lo que se narra en el primer capítulo, como dije antes), el único problema que existe es evitar a los vecinos para así poder disfrutar de más tiempo juntos y, sobre todo, contemplar juntos cada anochecer la floración de la bella pero efímera dama de noche de la enredadera Ipomoea Alba (Moonflower Vine en inglés, que da título a la novela). Y es que la vida es así, parece decirnos Jetta Carleton. Cada segundo, cada día y cada año, pasarán y no regresarán, como esa Dama de Luna, bella en el instante en que florece, marchita poco después. Retenerse esos instantes, por mucho que se intente, es imposible. Es mejor vivirlos en ese preciso momento, y después, como un mal menor, revivirlos. 
«Al cabo de un par de días estarían a punto de florecer. Eran unas flores tan hermosas y duraban tan poco tiempo... Eran casi como la visita de las niñas: algo que se esperaba con ilusión todo el año, luego llegaba, se disfrutaba mucho con ello, y por fin terminaba en un santiamén.»
Porque, como dice el colofón del libro en esta cuidadísima edición de Libros del Asteroide, citando a Wallace Stegner:
«La mayor parte de las cosas se rompe, incluidos los corazones. Las lecciones de la vida no dan sabiduría, sino cicatrices». 
Pd: una vez más tengo que agradecer a mis libreras de Librería de Mujeres de Madrid (@Lib_Mujeres) por haber colocado en mis manos uno de esos libros que pasan, irremediablemente, a formar parte de mi vida, dándome una pizca de sabiduría y ayudándome a cicatrizar mis heridas. 

Comentarios

  1. Menuda reentré, Raquel. Otro que me apunto. Me atraen las tramas familiares y esta tiene bastantes ingredientes para que lo devore. Qué afortunada poder contar con una librería y unas libreras de confianza. Creo que es el sueño de todo lector. ¡Un saludo y encantada de que hayas regresado!

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  2. Ay, pues si te gustan las tramas familiares esta te va a encantar. Jetta construye un microcosmos cerrado con personajes entrando y saliendo que dejan una huella que afecta a todos de forma imborrable. Su ambientación en una granja apacible y de una naturaleza hermosa ayuda a crear una atmósfera a esas relaciones familiares etérea, luminosa pero a la vez compleja. La vida misma, vamos. Una delicia, de verdad. Ya me irás contando.
    Un abrazo y qué placer verte de nuevo por aquí. Así da gusto regresar de vacaciones ^_^

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  3. ¡¡¡Por fin, un ratito para escribirte!!! *abrazo de bienvenida*
    El otro día cuando te leí, fue flechazo con Jetta, me he reído, emocionado e incluso conmovido con tu reseña y no puedo decir más que ¡BRAVO! Menuda vuelta al cole te has marcado...

    A mí tampoco me gusta nada el melodrama o el drama gratuito, no hay algo que soporte menos en un libro o película que esos recursos taaaan facilones y que cantan de lejos para lograr esa lagrimilla...pero que al final no aporta nada.... Así que me fío completamente de tu criterio cuando dices que no cae en eso y, por lo que he leído aquí, doy fe que Cuatro Hermanas es de esos libros que voy a disfrutar y recordar durante bastante tiempo!

    Cómo echaba de menos "mi momento con Raquel" xDD
    ¡BIENVENIDAAAAA!
    Un besazo enorme!^^

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    1. ¡Yo también echaba de menos mi café con Anita!! ^_^ Qué alegría reencontrarme contigo y que hayas disfrutado de la reseña (créeme, lo harás aun más leyendo el libro por ese chute de optimismo y belleza que transmite). La vuelta al cole resulta muy sencilla con esos cafés literarios que tomamos.
      Un besazo gordo!! :**

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  4. Hola!
    Y aquí estoy, por fin, maravillándome ante el libro que nos presentas, de cómo la autora maneja los tiempos narrativos, de cómo deja caer esas tramas familiares, esos personajes y esos silencios.
    Me ha gustado mucho cómo describe en parte la infancia, y la vuelta a ella en la granja, aún cuando ya son adultas. Siempre viene bien esa libertad, ese ignorar y evitar a los vecinos para ser un poco más familia (aunque en realidad no lo sean tanto).
    Ahora mismo lo apunto para la próxima visita a la biblioteca, porque salgo de aquí con corazones en los ojos.
    Muchas gracias! :)

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    Respuestas
    1. Ay, ¿qué puedo decirte más allá de darte las gracias por visitarme en este rinconcito y por tus palabras? Siéntete como en casa por aquí y me hace muy feliz que salgas con corazones en los ojos. Es difícil seleccionar qué leer en cada momento, con todo lo que hay pendiente por leer y por tantas sugerencias que cada día tomo de vuestros comentarios por Twitter, y por ello intento que cada lectura sea especial, aunque también crítica.
      Este libro en concreto me ha maravillado, quizás porque no sabía nada de él hasta que me le recomendaron mis libreras, quizás porque es infantilización que sienten las protagonistas al regresar a su casa representa la nuestra propia cada vez que visitamos a nuestros padres; esa seguridad, esa sensación de que todo irá bien, ese permitirnos no ser tan maduras a cada momento, tan adultas...
      Ya me contarás qué te parece si lo lees.
      Y, de nuevo, un millón de gracias. ¡Bienvenida a mi rincón!

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