La niña de oro puro - Margaret Drabble


Título original: The Pure Gold Baby (2013)
Edición: Sexto Piso (1ª edición, 2015)
Traducción: Antonio Rivero Taravillo
Páginas: 293
ISBN: 978-84-16358-10-6
Precio: 20,90 €
Calificación: 8/10.

Lo que más me ha gustado: Margaret Drabble es una escritora realmente talentosa, brillante, culta, sensible, humana sin caer en la lágrima fácil, honesta y profunda en todos los planteamientos, que no son pocos, que va desarrollando en esta novela. Este relato no es solo una perspectiva sobre la maternidad tanto desde el punto de vista de la madre como de la hija sino un auténtico relato generacional, antropológico, por su minuciosidad y por la distancia de la voz narradora. Lleno de potentes imágenes, es un relato en el que todo está relacionado. Margaret teje una red resistente en el que el lector puede reposar, abrir puertas, viajar y descubrir paisajes nuevos.

Lo que menos me ha gustado: Es un relato lento en el que el eje central no es la acción sino los personajes. Cómo hablan, cómo sienten en cada momento, cómo es la sociedad de cada época, la evolución de los barrios, las preocupaciones cotidianas. Qué inquietudes había en cada momento en el imaginario colectivo, qué se sabía y que no, de qué se hablaba y de qué. no. Qué era importante y qué no. No hay giros narrativos, ni sobresaltos ni trama. Por lo tanto es un libro para disfrutar con calma, abrir la mente a esa época y aprender a abrir los ojos para estudiar la nuestra. 
«Jess ha entregado la mayor parte de su vida al amor exclusivo, incondicional y necesario. Ésta es su historia que presuntuosamente me he impuesto intentar narrar. (...) Me he impuesto narrar su historia, pero es su historia, no la mía, y me avergüenza mi temeridad.» (Pág. 21) 
Margaret Drabble.
Jess, una joven antropóloga enamorada de su profesión, ha soñado siempre con viajar y recrear las rutas de Livingston y Mungo Park por África, estudiar a ese curioso grupo de niños afectados por el síndrome de la Pinza de Langosta capaz de remar con asombrosa destreza, desentrañar el significado de las piedras de lluvia, atravesar el lago Victoria y humanizar los fríos estudios que hasta ese momento se han hecho de las tribus africanas. Sin embargo, todos esos sueños se ven interrumpidos cuando debe realizar una exploración aventurera más real y cercana: la de la vida de la mano de su hija Anna, por las calles de Londres, una niña de oro puro, una niña que nunca crecerá. La extraordinaria originalidad de esta #joyita no es tanto en que la historia se centre en cómo una mujer decide ser madre soltera para dedicarse en exclusiva a una vocación sobrevenida, la de la maternidad, con una hija de «necesidades especiales» sino en la voz narrativa de esta historia, pues no es Jess quien la cuenta, sino Nellie, una amiga de Jess, vecina del barrio, e integrante de ese grupo de amigas-vecinas que tejen una red, una tribu de sororidad turnándose para cuidar de los hijos, prestándose sal y aceite, escuchándose, consolándose, apoyándose, compactándose. Esta voz narradora no es omnipresente lo que tiene la peculiaridad de que en la narración hay elipsis, suposiciones, deducciones, las mismas que hacemos nosotros cuando contamos la historia de alguien. Esta voz narradora es distante pero no fría, a medio camino entre el estudio antropológico, el análisis psicosocial y también la empatía de una amiga, de una persona que quiere y aprecia.
«Al mirar al pasado simplificamos, olvidamos los abismos, las dudas y los arrepentimientos, y sólo vemos el brillante contorno del cuento que nos hemos contado a nosotros mismos para mantenernos vivos y esperanzados, el brillante contorno que nos condujo al futuro. El camino radiante.» (Pág. 27)
La historia de Jess es el río principal al que van a desembocar las numerosas y heterogéneas reflexiones que Nellie va haciendo sobre la vida, como si de afluentes se trataran: ¿cómo ha ido tratando la sociedad inglesa a los miembros considerados diferentes? ¿cómo ha ido evolucionando el concepto de normalidad a lo largo de la historia? ¿cómo ha resuelto la presencia de locos, lentos, retrasados entre sus miembros? ¿cuándo pasaron de excluirles a intentar integrarles? ¿Existe un instinto maternal o éste se va creando? ¿Y qué sucede con la maternidad dependiente, sin fecha de caducidad, cuando sabes que tu hijo va a tener que caminar a tu lado toda tu vida por no poder ser independiente ni autosuficiente? Jess sueña con ser aventurera pero se ve obligada a moverse en un terreno estable y firme, a escapar de arenas movedizas para que su hija pueda sentirse segura en todo momento; sustituye los bosques frondosos y salvajes por jardines y zonas de confort:
«Eso es lo que hacemos: encontramos un pequeño y oscuro rincón de terreno cómo y familiar, nos acurrucamos en él y morimos. O intentamos morir. Retrocedemos, nos mecemos hacia adelante y hacia atrás, volvemos a subir a la cuna, a la cabaña de juegos, a casita de juegos. (Perdemos nuestro espíritu aventurero, nos apartamos con miedo de los bosques inexplorados y las aguas resplandecientes, y buscamos la comodidad y el consuelo de un pequeño espacio conocido (...) Una zona de confort, ahora la llamamos así.» (Pág. 104)
La narradora permanece invisible a lo largo de todo el relato, apenas sabemos nada de ella, y como a Rachel Cusk en A contraluz, la conocemos por la forma en la que nos habla de Jess y Anna, ese tándem madre-hija que como todos los Apegos Feroces, como llama Vivían Gornick a las relaciones maternofiliales, atraviesan etapas de absorción y de separación, si bien, en este caso, la peculiaridad de la enfermedad de Anna le da un toque de dependencia de la madre aun más acusado. 
«Ahora nada sugería que Anna fuera una niña normal. Sería lo que tuviera que ser: una piedra de molino, una carga perpetua, una niña de oro puro, una preciosa carga que llevar a lo largo de todo el lento camino de la vida hasta su remoto, y de momento inimaginable, límite a la orilla del lago resplandeciente.» (Pág. 27)
A lo largo de la narración vemos a Anna nacer y ser uno de esos niños felices, «y una se fija en ellos porque son felices. Sonríen a los extraños cuando una los mira, reaccionan sonriendo», Les enfants du Bon Dieu. Solo su madre, Jess, sospecha que algo no va a bien. Compara sus progresos con los hijos de sus amigas-vecinas y comprueba que el de su hija es más lento, es distinto. Anna sonríe a pesar de que comienza una larga peregrinación por médicos, especialistas, asistentes sociales, programas de integración, realización de nuevas pruebas a medida que la investigación médica va avanzando, cambios en la terminología de las enfermedades. Jess, Nellie, y el resto de sus amigas-vecinas, pertenecen a esa generación en la que la genética era una gran desconocida, Londres aun no había empezado a ser destino de grandes movimientos migratorios y la segunda ola del feminismo comenzaba a despuntar. Salen adelante y todas luchan pues no hay que olvidar que «la decepción es una compañera mortal». 
«(...) no nos es dado elegir dónde regresarán nuestros recuerdos o qué podrá suscitarlos. Estamos a merced de lo que suceda. Creemos que hay un hilo, una historia, pero estamos a merced de lo que suceda.» (Pág. 289)
Como nota curiosa, a nivel de cotilleo. Jess va abriéndose camino y sacando adelante a su hija gracias a esa tribu de amigas leales, a su padre y a su marido Bob, quien ejerce más de figura paternal para Anna que el padre biológico de ésta. La hermana y la madre de Jess, sin embargo, se mantienen distantes, como meras sombras que ni intentan acercarse a Jess y, ni mucho menos, a su «diferente» hija. Como si de un paralelismo se tratara, o un guiño a su vida personal, Margaret Drabble (Sheffield, 1939) ha manifestado en varias entrevistas que su relación con su hermana, la también consagrada escritora británica A.S.Byatt está enquistada en una enemistad irresoluble, provocada en parte por la competitividad que siempre ha existido entre ellas y fomentada por una madre dominante, de fuerte carácter, impredecible y temperamental. Abran la Wikipedia mientras leen este libro. Aprenderán muchísimo con Margaret Drabble.

Comentarios

  1. Qué decirte de nuevo que no te haya dicho ya.
    Cada vez que hago "ronda de blogs", me dejo el tuyo para el final porque sé que es una reseña con la que disfrutaré. Sin duda, otro título más que apuntar para mi larga lista de "libros de Raquel".

    ¡Un abrazo!

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    1. Jajaja. Es todo un honor, Santi. Me alegro muchísimo de que te sientas tan cómodo en este rinconcito. Los paseos por blogs son un peligro pero ¿quién dijo que la vida tuviese que ser aburrida? Este título es sorprendente porque la forma en la que narra la historia no es la tradicional de inicio-nudo-desenlace centrada en un tema concreto. La autora hace todo un ejercicio de reflexión muy bien documentada sobre múltiples temas así que, efectivamente, es una #joyita.
      Un abrazo y nos seguimos leyendo el próximo año!

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  2. Me encantó este libro. Inteligente, brillante. Claro que no hay acción, pero no lo considero algo negativo. Hay reflexión, cuenta una época, una sociedad, una vida. Muy buena lectura.

    Un abrazo

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    1. Totalmente de acuerdo contigo. A veces encontrar un libro en el que no haya acción es también una delicia para poner la mente a trabajar sin que te den todo masticado. Una lectura estupenda con la aprendí y reflexioné muchísimo sobre todo sobre el amor y la normalidad que nos venden como tal.
      Un abrazo

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