Poema de Chile - Gabriela Mistral


«Yo me tengo lo perdido
y voy llevando mi infancia
como una flor preferida
que me perfuma la mano.
y la madre va conmigo
sol a sol y día a día,
va con rostro y va sin llanto
cantándome los caminos.
» [Tordos]

Lo que más me ha gustado: Leer es viajar y este poemario es buen ejemplo de ello. Cojan su maleta y dispónganse a recorrer el país de punta a punta, desde el desierto de Atacama hasta la Patagonia, en compañía de la poeta convertida en fantasma que regresa de la muerte para reencontrarse con un pequeño indio, su alter ego, al que habla como si fuese ella misma de niña. 

Lo que menos me ha gustado: nunca he visitado ese país que, a los ojos de Gabriela Mistral, debe ser de una belleza absoluta. Ese desconocimiento en primera persona de su historia y su geografía puede provocar una descolocación visual y una cierta distancia emocional respecto a la intensidad con que ella mira determinados animales y plantas, con secretos que solo ella conoce y recuerdos que guarda para sí misma. Esta opacidad tiene, no obstante, una ventaja: podemos rellenar los huecos con nuestra propia biografía.
«Duerman los helechos altos

callados como un secreto (...)
Duerman los helechos altos

que yo aguardaré su sueño» [Helechos]
Gabriela Mistral (Chile, 1889- Nueva York, 1957), fue la quinta mujer en recibir el Premio Nobel de Literatura, en 1945, por «su obra lírica que, inspirada en poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano». Nacida en el seno de una familia humilde, su padre les abandonó cuando ella solo contaba con tres años, algo que, sin embargo, no fue obstáculo para que ella sintiese adoración por él e incluso le reconociese el mérito de haberla hecho descubrir su vocación como poeta tras encontrar, rebuscando entre los papeles de su casa, unos poemas manuscritos de su propio padre. Fue ahí cuando comenzó su amor por las letras que compaginó, en primer lugar, con su trabajo como profesora y posteriormente con su intensa labor como cónsul de Chile que la llevó a recorrer medio mundo.
«¡Tan feliz que hace la marcha!
Me ataranta lo que veo
lo que miro o adivino
lo que busco y lo que encuentro;
» [Hallazgo.]
Esa falta de hogar permanente fue provocando que Gabriela Mistral se convirtiese de nuevo a través de sus poemas en Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcalaya, su verdadero nombre. En Poema de Chile, obra póstuma que la poeta dejó inacabada, Gabriela regresa a su país natal en forma de fantasma resucitado de la muerte para convertirse en Lucila y observar, por última vez, ese país que nunca llegó a ser su verdadero hogar pero del que nunca logró olvidarse. Pero la poeta ha cambiado tanto... Nerviosa y feliz asciende repechos, observa desde altozanos los árboles, la fauna, tan feliz que le ataranta lo que ve. Se muestra insegura en el andar por esos senderos que eran su casa, donde pudo quedarse a vivir pero optó por irse, pues «fui tan otra | y tan mudada regreso» que se marchó siendo Lucila y vuelve siendo Gabriela. En su regreso se le aparece a un pequeño indio, un Niño-Ciervo al que desde un primer momento llama hijo y quien, recíprocamente, le llama mamá. En un diálogo repleto de ternura y profundo amor Gabriela-Lucila le explica a ese niño que ella una vez fue los ojos con los que debe mirar su hermoso país y le dice todo aquello que a ella le hubiese gustado saber cuando tenía su edad.
«Estoy metida en la noche
de estas raíces amargas,
ciegas, iguales y en pie
que como ciegas, son hermanas.
» [Raíces]
Caminan ambos por el desierto, atravesando pueblos llenos de miseria, soledades donde el espino bracea su desespero, caseríos con miedo bajo el viento que los lleva, mujeres que vuelcan «gemelas» y un umbral: toda la Tierra y el Cielo entero. Calama ¡agua!, silabean ¡agua!, durmiendo o despiertos. La poeta, con el niño y el huemul, desesperan. ¡Por fin! Un «ojo de agua». El niño bebe saciando su sed y ella le seca la cara. Ese toque de ternura se simultánea con la nostalgia y la melancolía así como con un poso de arrepentimiento por no haberse quedado en su país, viviendo en una pequeña casita con jardín en medio del campo, disfrutando de largos paseos por toda su geografía. Pero ya es demasiado tarde para volver atrás en el tiempo, hay decisiones irrevocables que hay que asumir con sabiduría sin que eso sea impedimento para que sentimientos tan contradictorios como la tristeza por no haber vivido allí y la alegría por regresar aunque sea por un corto espacio de tiempo, convivan con naturalidad en cada uno de sus versos. 
«¡Ay, tienes tiempo sobradopara hacer la villanada!Los hombres se sienten máshombres cuando van de caza.Yo, chiquito, soy mujer:un absurdo que ama y ama,algo que alaba y no mata, tampoco hace cosas grandesde ésas que llaman "hazañas"» [Perdiz]
Gabriela y el niño van canta, cantando por El Valle del Elqui y Valparaíso, camina, caminando por los Andes y El Valle de Chile, cruza, cruzando el río Laja y el río Río-bío, admirando el espino, la salvia y la tuna, encontrándose con el cuco, la perdiz y los tordos que recuerdan aquella época en la que Gabriela era Lucila en una poesía sencilla y accesible con la que Gabriela se acerca a la gente llana reivindicando a los campesinos Huasos, a los olvidados indígenas Araucanos y dando voz a los Puelches, a quienes toman por locos. Van dejando atrás paisaje tras paisaje pero no hay que olvidar, debe permanecer el recuerdo de lo bello, dice Gabriela, adaptarnos a cada nueva etapa de la vida con la misma resiliencia con la que los hombres se adaptan a vivir en el desierto olvidándose de verte huertos «como ama sin ver el ciego», dando la espalda al fuego y dando la cara al fresco viento. El niño es la voz de la calle, de los prejuicios extendidos entre el pueblo y frente a él Gabriela reivindica lo sutil, lo olvidado, lo marginado, reencontrándose con viejos amigos a los que con dulzura presenta al niño: el Viento del Norte, «el loco», la chinchilla, «su hermana», las montañas que recuerda aunque la llamen «ausente y renegada», la naturaleza, su familia. Y es que, dentro de esa poesía bella y accesible también hay hueco para la reivindicación de los pueblos desplazados por la colonización, de la pobreza rural, de la situación de la mujer, del amor por la naturaleza y la conservación de la misma, para esa «aspiración idealista» por la que recibió el Premio Nobel. 
«Voy a decirte lo que
con la pobre menta pasa,
también con la hierbabuena
e igual con la mejorana.
—¿Qué les pasa, mama, di?
—Que ellas huelen todo el año
y las rosas una semana,
y tano que pavonean
de su garbo y de su gracia...
» [Flores]
Así, viendo las palmas de Ocón, entran en viñedos y recuerda los estragos que el «alcohol violento» causó en su propio padre provocando el abandono de la familia. Pide entonces «paz para los hombres, paz | bendición para el pequeño | que está naciendo, dulzura | para el que muere». La mortalidad infantil causa estragos, la pobreza castiga a los más débiles, y sólo le consuele en su regreso a Chile la búsqueda de lo esencial de la vida. Rehúye ojos y casa, se extasía ante cerros y molabas, reencuentra la gracia no en la elegancia del vestir sino en la digna mirada de una campesina doblada o de un niño. Ella, que ha sido cónsul y se ha vivido en la burbuja de la élite diplomática regresa a lo salvaje, a lo inhóspito, a lo descuidado y se encarga de educar al niño en su valoración. El niño quiere rosas, amor de una semana, pero ella prefiere la manzanilla, amor de siempre y mañana. La belleza efímera nos impide ver lo verdaderamente valioso: el amor incondicional, menos fragante pero más duradero y leal. Un poemario muy completo que nos transporta en el espacio y en el tiempo porque Gabriela Mistral da voz atemporal a los olvidados y al amor por sus raíces, y es que:
«Gea siempre tiene más
palmas, alerces y cedros;
nosotros disminuimos
con cada soplo y aliento;
ella muda, crea, alumbra,
nosotros anochecemos.
Ella se queda; nosotros
"pasamos como los sueños"
». [Mariposas]
Edición: Círculo de Lectoras (1969)
Páginas: 168
Precio: un maravilloso regalo de hace muchísimos años.
Calificación: 7/10.










Comentarios

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