Reflejos en un ojo dorado - Carson McCullers


Título original: Reflections in a Golden Eye
[Incluído en el libro El aliento del cielo]
Edición: Seix Barral (1ª edición, septiembre 2007)
Traducción: María Campuzano
Páginas: 246-326
ISBN: 978-84-322-2820-9
Precio: Préstamo de la Biblioteca Pública Municipal
Calificación: 10/10
Lo que más me ha gustado: la gran profundidad de los personajes de Carson. No son en absoluto planos sino tremendamente complejos y, desde esa hondura, la autora aborda temas tan dispares como la homosexualidad encubierta, los sentimientos reprimidos que se convierten en odio, la violencia que procede de la represión, la soledad, la incomprensión y el desamor.

Lo que menos me ha gustado: dijo Wittgenstein que «el mundo del hombre feliz es diferente del mundo del hombre infeliz.» Quizás sea ese el motivo porque el que a veces al lector le cueste tanto sentirse identificado con esos personajes tan sacados de una tragedia griega, tan arquetípicos, tan rígidos en sus roles y tan infelices.  
"—Un pavo real de una especia de verde fantasmal. Con un inmenso ojo dorado. Y en el ojo, reflejos de algo delicado y... 
(...)
—Delicado y...
—Grotesco". (Pág. 301)

La mejor definición de esta novela corta me la ha dado la propia Carson McCullers en la cita anterior: delicada y grotesca; así es Reflejos en un ojo dorado. En 1939 Carson lleva ya un par de años casada con su marido, el aspirante a escritor Reeves McCullers y empieza a comprobar que su vida matrimonial está abocada al fracaso. Ella ya ha aceptado su bisexualidad, en ocasiones más platónica que real, al mismo tiempo que ha sufrido numerosas infidelidades por parte de su marido, quien ya ha asumido su homosexualidad de forma práctica. En medio de este maremoto emocional y personal escribe esta atormentada novela cuyo título inicial fue Army Post y que luego cambió por el que sería su título definitivo, quizás porque Carson recurre continuamente a imágenes visuales para ayudarnos a entender la angustia que sufren los personajes de la novela; quizás porque es también en la mirada, en lo que entra por los ojos creando reflejos, donde se encuentra el origen de las más oscuras pasiones que todos ellos, en mayor o menor medida, sienten. Algunos de ellos dan rienda suelta a esos deseos y los viven con libertad, de forma satisfactoria y plena (el criado filipino, Leonora y el Comandante Langdon) mientras que otros viven atormentados por no poder, o no saber, satisfacer esos deseos (la visión de Leonora desnuda que desencadena el voyeurismo del soldado Williams; la visión de este mismo soldado desnudo que atormenta y persigue al reprimido Capitán Penderton; el sufrimiento en silencio de la desgraciada Alison, alter ego de Carson). La forma con la que Carson nos presenta a los personajes de este drama es peculiar, incluyendo el anuncio de un asesinato:

"Hay en el Sur un fuerte donde, hace pocos años, se cometió un asesinato. Los participantes en esta tragedia fueron: dos oficiales, un soldado, dos mujeres, un filipino y un caballo." (Pág. 246)

El conocimiento por adelantado de este hecho no resta emoción al relato sino todo lo contrario. Carson, con su prosa cercana a la lírica, nos va acercando a los protagonista de este drama y nos permite descubrir poco a poco cuán infelices son. Teniendo como marco el escenario casi claustrofóbico de un puesto militar del que apenas nadie entra o sale, los que allí viven se ven obligados a convivir unos con los otros en un ambiente enradecido por los secretos y los silencios y por la presencia de unos personajes que parecen a veces sacados de un circo de freaks. En la novela hay un trío amoroso, el formado por Leonora Penderton, bella pero "débil mental", su marido el Capitán Penderton, quien aún no ha aceptado su homosexualidad y el amante de la primera y amado por los dos, el Comandante Morris Langdon, un hombre frío que a su vez repudia a su mujer, la enfermiza Alison Langdon traumatizada por la temprana muerte de su hija. A este cuarteto de enemigos, y a la vez vecinos y amigos, hay que sumarle la bizarra presencia del sirviente filipino de Alison, Anacleto, quien vive por y para su señora así como el taciturno y obsesivo soldado L. G. Williams, un hombre profundamente reprimido sexualmente por el temor que su padre predicador le inculcó hacia las mujeres desde la más temprana infancia. 

 "—Ya; tú opinas —intervino el capitán Penderton— que aquello que se alcanza a costa de la normalidad es algo ilícito, algo que no debe ser admitido como un placer. Es decir, que por razones de rectitud moral consideras preferible que una clavija cuadrada se quede dando vueltas y más vueltas a un orificio circular a que encuentre y encaje en otro cuadrado que le vaya bien, aunque no sea de reglamento." (Pág. 317) 

Y la tragedia con estos personajes está servida. No podría ser de otra manera. Las pasiones reprimidas van poco a poco convirtiéndose en un profundo odio y éste odio, a su vez, va evolucionando hacia una violencia extrema, súbita, como esa olla a presión que explota al carecer de válvula. A lo largo de toda la narración la violencia se presenta de las más diversas formas creando un ambiente sórdido que impacta aún más cuando se entremezcla con esas imágenes tan sugerentes de paisajes al amanecer y al atardecer, y esos reflejos tan bellos que, como un eco del título de la obra, vamos encontrando en el texto: cucharillas de plata escondidas por su ladrón, anillos de oro, crepitar del fuego en acogedoras chimeneas, brillos en la mirada. Pero la violencia, siempre la violencia, nos deja escenas que permanecerán en el cerebro del lector: ¿cómo olvidar a ese gatito que el Capitán Penderton mete a la fuerza por la ranura de un buzón hasta que muere estrujado? ¿o esa carrera casi suicida del mismo Penderton a lomos del caballo de su mujer, implacable él, desbocado el caballo? ¿o la terrible automutilación que la depresiva Alison inflige a sus pezones?

"Aquella dosis le producía una sensación única y voluptuosa; era como si un gran pájaro negro se posara sobre su pecho, mirándole con ojos feroces y dorados, y le envolviera luego suavemente en sus alas oscuras." (Pág. 278)

Todos esos personajes tan complejos Carson los creó influenciada por su reciente lectura de Freud y por los propios demonios y fantasmas que ella misma contenía, lo cual les dota de gran realismo y credibilidad; tanta, que la familia de la autora recibió amenazas del Ku Klux Klan por el modo en que ofrecía una visión tan perversa y turbulenta del Sur, tal y como Rodrigo Fresán cuenta en su comentario a este libro. La novela fue llevada al cine por el gran John Houston con esos dos actores tan bellos como talentosos como fueron Elisabeth Taylor (Leonora Penderton) y Marlon Brando (Capitán Weldon Penderton) como protagonistas. En conclusión, Reflejos en un ojo dorado es una novela redonda en la que Carson muestra se muestra valiente al presentar las contradicciones que existen dentro de dos instituciones tan conservadoras y de normas tan definidas como son el matrimonio y el ejército. Ambas resultan ser tan asfixiantes como ese fuerte donde transcurre la acción, donde las personas se muestran incapaces de vivir de forma plena, de ser ellos mismos, de dar rienda suelta a sus deseos, en definitiva, de luchar por su propia felicidad sin provocar por ello un auténtico escándalo. Un argumento sencillo protagonizado por unos personajes complejos y narrado con una voz potente, brutal a veces, sutil otras. Reconozco que aún no he leído El corazón es un cazador solitario y dicen que es aún mejor que ésta ¿aún mejor? ¿es eso posible? En cuanto lo lea os lo cuento.



Un apunte biográfico sobre la autora. Carson McCullers

Lula Carson McCullers nace el 19 de febrero de 1917 en Columbus, Georgia. En 1930 reniega de su primer nombre, Lula, y cambia también de profesora de piano, comenzando a recibir clases de Mary Tucker, cuyo esposo, Albert, acaba de ser destinado a la base militar de Fort Benning. Con trece años, Carson desarrolla su pasión por el piano al mismo tiempo que por la familia Tucker a quienes considera sus protectores. En 1932 contrae friebres reumática, cuyo mal diagnóstico provocará futuras recaídas. A raíz de su lenta recuperación comienza a leer vorazmente y a escribir obras de teatro en connivencia con su hermano Lamar y su hermana Margarita (ambos menores que ella), y acaba su primer relato Sucker.En 1934 Mary Tucker le comunica que su marido ha sido trasladado a Fort Howard, Maryland. Ante su marcha, Carson se siente abandonada y traicionada renunciando a continuar sus estudios de música y marchándose a Nueva York a seguir cursos de escritura creativa en la Universidad.

En 1935 conoce durante el verano en Columbus a Reeves McCullers a través de un amigo común, y los tres forman lo que ella denominaba «un trío». En 1936 enferma y escribe su primera novela, El corazón es un cazador solitario. El 20 de septiembre de 1937 se casa con Reeves McCullers. Años después, cuando le preguntaron el porqué de su matrimonio, ella respondió: «Me casé con él porque fue el primer hombre que me besó.» El 4 de junio de 1940 publica El corazón es un cazador solitario con un gran éxito de público y crítica y la pareja se traslada a Nueva York. En septiembre se separa de Reeves y se traslada a la colonia artística de February House.

En 1941 contrae pulmonía y pleuresía y en 1943 se reencuentra con Reeves quien el 28 de noviembre parte para Inglaterra a la guerra. En 1944 recae enferma de influenza y pleuresía y el 1 de agosto fallece su padre por lo que regresa con su madre y su hermana a Nueva York. El 19 de marzo de 1945, trae el regreso de Reeves de la guerra, contraen matrimonio por segunda vez. En 1946 conoce a Tenesse Williams y decide mudarse junto a Reeves a París donde es recibida con entusiasmo. En 1947 sufre un nuevo shock que paraliza su lado izquierdo y regresan a Estados Unidos donde Reeves sufre de delirium tremens. 

En 1948, a pesar de que la revista Mademoiselle la nombra una de las diez mujeres más importantes de EEUU, Carson se separa de Reeves e intenta en marzo suicidarse para posteriormente reconciliarse. En 1949 Carson descubre que está embarazada pero los médicos la aconsejan no seguir adelante por razones de salud. En 1950 se estrena Frankie y la boda en el teatro con un gran éxito que reporta a Carson grandes beneficios económicos, sin embargo la salud sigue sin acompañarla. Su brazo izquierdo está gravemente atrofiado y recae continuamente con neumonías y pleuresía, a lo que no ayuda su alcoholismo. 

El 19 de noviembre de 1953 Reeves se suicida con barbitúricos en un hotel de París

Carson se embarga en una vorágine creativa con tantos viajes como su salud le permite. En 1957 estrena The Square Root of Wonderful con una crítica tan negativa que se sume en una depresión. Continúa escribiendo hasta que en 1962 se le descubre un tumor canceroso y se le extirpa el seno derecho. El 15 de agosto sufre una hemorragia cerebral que la mantendrá en coma hasta su fallecimiento el 3 de octubre.


Comentarios

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