Pudo haber sido tan hermoso...

Foto de Chus Martin @lankara
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Se bebieron una botella de vino viendo atardecer en el Templo de Debod. Charlaron y charlaron de lo divino y de lo humano, de lo que fueron, de lo que son y de lo que querían ser, de la vida y de la muerte, del amor y del olvido. En un momento dado se cogieron de la mano, como dos adolescentes. Silencios hablados, palabras silenciadas, carcajadas descontroladas, sólo ellos dos; el resto del mundo no existía salvo por una música de violines invisibles, pétalos de rosas flotantes y la expectativa de lo que estaba por venir. La penúltima en La Latina, la última en la casa de él. Bajo el felpudo de la entrada enterraron el miedo al rechazo, los prejuicios y las moralidades.

Con los ojos cerrados ella se dispuso a disfrutar de ese momento largamente esperado. Sentía su respiración entrecortada, el ligero temblor de sus piernas al roce del brazo derecho de él en torno a su cintura, su cuerpo acercándose más al suyo con suavidad y delicadeza. Por fin iba a besarla. Creía que ese momento no llegaría nunca.

Él, por su parte, mantenía sus ojos bien abiertos. Abrazarla era su sueño desde el primer momento en el que la vio y, tras varios intentos de ida y vuelta, por fin se había decidido a dar el primer paso. Sus largas pestañas eran aún más impresionantes con los ojos cerrados y ahora que la tenía tan de cerca percibía aún con más intensidad el aroma a flores que emanaba de su piel y de su pelo.

Ella se acercó más a él, relajando su cabeza esperando a que sus labios se tocasen. No quería abrir los ojos pues en una ocasión leyó que quien besa con los ojos abiertos no es digno de confianza, se muestra siempre alerta, a la defensiva, poco receptivo a una relación y ella iba en serio con él por lo que no quería que pensase que era una mujer fácil ni frívola.

Él no quería cerrar los ojos. Hacía tiempo había leído que hacerlo durante el beso era una señal de no entregarse completamente a esa persona, de indiferencia hacia el besado. Bien podrías estar besando a la persona que te gusta como a un oso. Cuando escasos milímetros faltaban para que sus labios se rozasen, mientras un bolero interpretado por una orquesta inexistente sonaba de fondo, ella dudó, pues se dio cuenta de que necesitaba confirmar que él también tenía los ojos cerrados, saber a ciencia cierta que era digno de su confianza, de su beso y que no era un crápula más que sumar a su ya extensa lista.

Él notó ese microsegundo de vacilación y se refrenó dando entrada a un pensamiento que sobrevoló su mente para anclarse en justo ahí: si ella iba a besarle con los ojos cerrados, aunque fuese inconscientemente, era una señal inequívoca de que no se sentía tan atraída por él como él por ella.

Ella percibió claramente cómo su microvacilación había ido seguida de una vacilación completa por parte de él, ante la cual abrió los ojos y confirmó lo que ya sospechaba al verle con los ojos abiertos: él no se sentía ni de lejos tan atraído por ella como ella por él.

- ¿Cuánto tiempo llevas con los ojos abiertos?- preguntó ella
<<Yo siempre beso con los ojos abiertos - contestó él.
- No me fío de los hombres que besan con los ojos abiertos.
<<Ni yo de las mujeres que besan con los ojos cerrados. 
 
Y a continuación, sin más explicación, desanudó el abrazo y se dirigió a la puerta sin mirar hacia atrás, recogiendo por el camino el bolso que había dejado abandonado encima de una mesa. Él observó la larga y preciosa espalda de ella pensando que era una pena que no fuese una mujer de fiar. Ella echó un último vistazo a la casa de él intentando no tropezar con un aparente paso firme.

Cuando vio la puerta cerrarse él se tiró indolentemente sobre el sofá y trató de decidir si al día siguiente llamaría a la chica pelirroja de la biblioteca o a la morena que había conocido en el Retiro. Mientras ella esperaba a que el ascensor llegase se alegró de haber actuado correctamente y sintió que cada día era un poco más sabia y más despierta. Había tomado la decisión correcta, no había duda y sacando el móvil de su bolso se preguntó si ese chico tan mono que le habían presentado el día anterior cerraría los ojos cuando besaba.

Comentarios

  1. ¡Para que luego digan que leer es bueno!jajaja. No, en serio, ¿y lo de dejarse llevar? ¡Cuántos preconceptos tenemos en la cabeza!

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  2. Demasiados preconceptos, Marian. ¡Qué pena que no exista una goma de borrar para eliminarlos! Nos leemos... :**

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