Agua verde, cielo verde - Mavis Gallant


Lo que más me ha gustado: La original forma en la que esta escritora canadiense (en la que Alice Munro reconoce una de sus grandes inspiraciones) nos presenta a sus personajes. Así, nos acerca por primera vez a ese tándem siamés de madre e hija que son Bonnie y Florence a través de los ojos de un niño de siete años que acaba de descubrir que sus padres le han engañado y dejado con su tía y prima, respectivamente, para poder disfrutar ellos de un día libre. Este hecho que él recordará toda su vida como un «abandono traumático» será el punto de partida que nos coloca en situación ante lo que nos vamos a encontrar después.

Lo que menos me ha gustado: El estilo de Mavis Gallant es complicado en un primer momento por los saltos en el tiempo y por las ensoñaciones y contradicciones de sus personajes. Sin embargo, una vez que nos damos cuenta de que no estamos ante la típica novela lineal sino ante un conjunto de situaciones paradigmáticas que nos van a dar la clave de qué ocurre en la mente de sus personajes y por qué actúan como lo hacen, no podemos dejar de sorprendernos ante el increíble dominio narrativo de Gallant. Comparada con Chéjov, admirada vehementemente por Munro, es una autora imprescindible.
«Todos, no sé por qué, nos vengamos de alguien. Si tú eres tan mala con tu madre como ella dice que eres es porque te estás vengando de ella. Pero ten presente, Florence, que tu madre podría darse la vuelta y decir "Sí, pero mira a mis padres", y ellos podrían hacer y decir lo mismo. Comprenderás, pues, lo inútil que resulta repartir culpas.» (Pág. 107)
La madre sueña que su hija es una sirena con una cola fea, como la de una carpa, un auténtico lastre que la impide caminar, sin ser consciente de que esa cola simboliza a la propia madre que la ha amputado y no la deja avanzar. La hija sueña con ser un pez y nadar, adentrarse en el mar y perderse en él pero ella es incapaz de ni siquiera mojarse los pies en la orilla por lo que comienza a nadar en el mar de su mente hasta que pierde la cordura. La madre se arrepiente de haber sido sacrificado su matrimonio por una aventura sin importancia, ¡ni siquiera estaba enamorada de él! y por ello se centra en su hija, se promete a sí misma no volver a fijarse en ningún hombre y así supedita su libertad a una dedicación maternal. La hija es apartada de sus raíces, sacada de su adorado Estados Unidos, de su adorado padre, de su adorado pony, de sus adoradas telarañas con gotas de rocío al amanecer, de su luz y sus colores brillantes y es arrastrada por su madre a una vida de nómada por Europa atravesando escenarios engañosamente idílicos... La madre cree que su obligación es cuidar de su hija pero realmente es ella la que necesita ser cuidada; la hija cree que su obligación es cuidar de su madre, de hecho se prometió que nunca «volvería a hacer nada, nunca. me encargaré de que siempre esté conmigo», pero realmente es ella la que necesita ser salvada. Encadenadas una a la otra. La madre sueña con un pasado en el que fue hermosa y deseada, admirada y venerada al que nunca podrá volver. La hija da muestras de tener «una grieta en el cerebro» que se agranda con el tiempo hasta convertirse en un foso. La madre culpa a su hija de no haber podido rehacer su vida; la hija culpa a la madre de haberle hecho desgraciada en la vida. Pero una no puede vivir sin la otra en un ejemplo paradigmático de relación tóxica. No hay salida y este es uno de los aspectos más desesperantes de la narración de Mavis Gallant: la insistencia en que no hay esperanza y que las limitaciones del ser humano son insalvables y trágicas. 
«Aquella cercanía acabó convirtiéndose en una trampa, y ahora ambas pensaban: "De no ser por ti, mi vida habría sido diferente. Ojalá hubieras salido de mi vida en el momento oportuno». (Pág. 74)
Todo en Mavis Gallant (Montreal, 1922 - París, 2014) es oscuro y a la vez brillante. Oscuro por la profundidad con la que excava en el análisis de la situación mental de cada personaje en cada momento. Brillante por la gran destreza narrativa que despliega, su original forma de usar el lenguaje, su riqueza estilística y una forma única de presentar a los personajes. La narración transcurre en tres lugares aparentemente idílicos: Venecia, con sus aguas estancadas en las que flotan melones y naranjas y basuras varias, donde todo es verde, tanto el cielo como el mar); Cannes con esa superficialidad estridente, ese dejarse ver, los hombres para ser alguien importante, las mujeres para encontrar marido en unas playas tediosas y unos restaurantes llenos de arena; París con esos colores grises y apagados, ese ruido estridente y ese mes de agosto en el que el vacío rellena las calles porque todos sus habitantes, o han muerto, o se han ido fuera (¿en cuántos libros el autor se atreve a dar una imagen tan deprimente y tan alejada de romanticismo de una ciudad tan glamurosa como París?). 
«Tuvo la sensación pasajera de que el pasado y el presente se fundían; una deshilachada y manida corazonada de que lo mejor está fuera de nuestro alcance, o aún por llegar». (Pág. 50)
Lo importante en Mavis no es la evolución de sus personajes ni siquiera el argumento. Para Mavis, y aquí radica una de las claves de su original voz narrativa, lo importante es captar un momento, extenderlo en la narración y con él describir la totalidad de la vida y de la personalidad de los personajes. Como si desplegase un abanico, con un estilo lleno de recursos metafóricos de gran riqueza y con un lenguaje original, nos muestra cómo esa escena se desarrolla y cómo los personajes se mueven en ella sin renunciar a un sentido del humor, a veces histrónico y ácido, a veces ingenuo, a veces cínico e incluso cruel que pone en relieve los recovecos más recónditos del ser humano como esa escena en la que Bonnie sonríe feliz al ver que su odiado yerno, quien presume de amar a las personas y de no importarle el ruido, es situado en el rincón de la mesa por el que todo el mundo pasa tropezando con su silla, gritando ruidosamente, mientras él se esfuerza, resignado y paciente, por mantener la compostura.
«Quien carece de un país emocional puede considerar a otra persona su casa» (Pág. 138)
A poco que ahondemos en la vida de la propia Mavis encontramos que ese desarraigo, ese exilio, tiene su raíz en su propia historia vital. Desde los cuatro años fue educada en internados y, cuando su padre murió cuando ella tenía sólo diez, su madre se casó inmediatamente después trasladándose a Estados Unidos con su segundo marido. Sin embargo, Mavis tardaría años en enterarse de que su padre había fallecido y mientras recorría un internado tras otro (hasta un total de diecisiete) nunca dejaba de esperar que éste acudiese a rescatarla. Jamás perdonó a su madre ese abandono, llegando incluso a decir que ella «tuvo una madre que no debió tener hijos jamás» y tampoco logró superar la muerte de su padre. Tras contraer un breve matrimonio nunca más volvió a casarse ni a tener hijos, situaciones que consideraba incompatibles con su libertad y su pasión por escribir. Tras la buena acogida que tuvieron sus relatos publicados en The New Yorker se dedicó a viajar por Europa buscando un lugar en el que instalarse y poder dedicarse en exclusiva a la escritura, ese lugar fue precisamente París. Mavis era una mujer viajera y extrovertida, una gran observadora de la mente humana como puede verse en pasajes como esa caída en la locura de Florence que va contando al detalle tras encerrarse sola en su apartamento y que resulta realmente claustrofóbica y angustiosa. Los personajes de Gallant toman vida propia, se convierten en seres de carne y hueso que sobresalen de las páginas para que les escuchemos, les admiremos y les consolemos. Un maravilloso descubrimiento. 

Título original: Green Water, Green Sky
Edición: Impedimenta (1ª Ed. mayo 2018)
Traducción: Miguel Ros González
Páginas: 187
ISBN: 978-84-17115-56-2
Precio: 18,00
Calificación: 8/10.

Comentarios

  1. Hola Raquel, llegué a tu blog porque en instagram siempre me llamaban la atención tus fotos y sus reseñas. Me gusta la obra que hoy nos traes, me parece fuerte en las emociones que trata y también fuera de lo común en su estilo narrativo. Abrazo desde Argentina. Yo también tengo un blog, si te apetece, cuando gustes, estas invitada. Saludos!

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    Respuestas
    1. ¡Hola Andrea!
      Bienvenida a mi rincón. Me alegro muchísimo de que te haya gustado esta obra, efectivamente es muy original y merece la pena acercarse a Mavis Gallant. Tengo entendido que en sus relatos todavía se percibe más su talento narrativo y estoy deseando leerla para comprobarlo por mi misma. Una autora maravillosa, sin duda.
      Estaré encantada de devolverte la visita a tu blog. Todo lo que sea compartir pasión librera es bien recibido.
      Un abrazo al otro lado del charco enorme.

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