La acústica de los iglús - Almudena Sánchez
Edición: Caballo de Troya (4ª ed. noviembre 2016)
Páginas: 155
ISBN: 978-84-15451-73-0
Precio: 13,90€
Calificación: 9/10
Abrir La acústica de los iglús y encontrarme con esta sentencia de mi Naty (Natalia Ginzburg, para quienes sean nuevos por aquí): «Hay algo de lo que no nos curamos, y pasarán los años y no nos curaremos nunca» —perteneciente a su ensayo El Hijo del Hombre, recogido a su vez en ese librito que es una joyita, llamado Las Pequeñas Virtudes— es, como mínimo, una premonición de que algo bonito está ahí esperándome. Pero si Almudena ya me ganó con este epígrafe, lo que venía después no decepciona en absoluto. Si el otro día les comentaba que el cuento en nuestro país está viviendo una etapa dorada y ponía como ejemplo a Almu Ballester y sus Normas de inseguridad, hoy les hablo de esta #joyita. Diez relatos, narrados con una prosa lírica, cargada de simbolismo y de potentes imágenes, que tienen como punto en común el dolor de sus personajes. El iglú como símbolo de la tristeza, de la soledad, del desamparo, del dolor. ¿Tienen sonido estos sentimientos? Pues sí, sí los tienen y las imágenes sinestésicas que contienen estos cuentos son una buena muestra de ello. El dramatismo de las situaciones, narradas en un estilo existencialista e íntimo que tiene ecos de la maravillosa Clarice Lispector, se rompe con sutiles toques de humor que enternece, contribuyendo a que los sentimientos del lector afloren.
«Las cicatrices también caminan, quiero decir, van con las personas, se mueven». (Pág. 19)
Almudena Sánchez. Foto: eñe. Revista para leer. |
El dolor que conlleva la enfermedad y que camina de la mano de cicatrices y de soledad se trata de forma muy figurativa en La Señora Smaig... ¿Cómo olvidar a esa Señora Smaig que carga dos bolsas de maíz: una para dar de comer a los animales del zoo y otra para rellenar los desperfectos que el paso del tiempo ha causado en los troncos de los árboles?
«Le advertimos que estábamos desaparecidos y camuflados en la negrura de la noche. Pero insistió en que no nos moviéramos de alli, que esos lugares inhabitados se encuentran enseguida». (Pág. 40)
El dolor de unos hijos que, aislados del mundo, comprueban impotentes cómo su madre les conduce sin rumbo en una desvencijada furgoneta después de que a su padre "se lo tragaran las arenas movedizas", se cuida en El frío a través de los engranajes, donde Almudena nos introduce en un paisaje onírico, desolado y deprimente. El nombre del hijo es Percival, sí, el de la leyenda del Rey Arturo que, a pesar de la burbuja en la que vive con su madre en un bosque, decide ser caballero tras ver pasar a unos hombres del rey; pero este Percival decide ser ciclista después de que un pelotón les adelantase. Fantástico este guiño.
«Deseo que me manden al lugar más recóndito del universo. Las estrellas y yo. Un territorio donde no me pueda reconocer a mí misma (...)» (Pág. 46)
El dolor tras el abandono de tu pareja sumado al desempleo inesperado que te aleja de una rutina en la que refugiarte se trata de forma excepcional en Apuntes desde la bóveda celeste, otro de mis favoritos. ¿Qué quieres hacer cuando algo así sucede en tu vida? Pues probablemente, si te sientes tan deprimida, desorientada y desanimada como la protagonista, lo que querrás es desaparecer un tiempo para recuperar fuerzas. Pues eso hace Almudena en este relato. Coloca a la chica en una nave espacial, aislada del mundo, con la misión es recoger basura espacial. Un cuento maravilloso. Toda una metáfora sobre la profunda soledad existencial que se sufre cuando te sientes incomprendida, infravalorada, subestimada...
«Cada persona necesita unos días de locura, de escape, por lo menos uno en su vida. Nosotros necesitamos ciento veinticinco noches». (Pág. 62)
El dolor que el divorcio ocasiona en los hijos, en este caso en una hija que durante la estancia en un hotel observa, igual que los niños de El frío a través de los engranajes, cómo el matrimonio entre sus padres muere al mismo tiempo que su hermano nace, invade El nadador del Hotel Minerva, que hace alusión a esa figura con la que se obsesiona la protagonista de un nadador ciego que da vueltas en una piscina sin escalerilla día y noche, noche y día. Una imagen que puede resultar bizarra, absurda, pero de un gran contenido metafísico. ¿Quién no se ha sentido alguna vez así?
«A algunos artistas debe pasarles algo similar: se levantan y notan que llevan el arte incrustado». (Pág. 74)
El dolor del primer desengaño amoroso, la iniciación sexual, narrada a través de la música, de la acústica de los pianos, de la acústica de los celos profesionales también, en El arte incrustado; el dolor de las frustraciones y los sueños incumplidos en el futurista Eclipse; el dolor que nos ocasionan nuestras limitaciones, nuestros prejuicios, nuestras restricciones, bien impuestas, bien autoimpuestas de Compostura: la línea imaginaria, una línea que paradójicamente es muy real; el dolor por no poder ser nosotros mismos, por necesitar disfrazarnos, mostrar aquello que más gusta para lograr la aceptación y el cariño de los demás, aparece a bordo de un crucero en El triunfo humano; y, por último, dos relatos cortitos, donde Cualquier cosa viva es un esqueleto y la Introducción al relámpago es la toma de conciencia de un sentimiento de inutilidad y de futilidad de nuestra existencia.
En conclusión, diez relatos en los que Almudena explora el postcuento a fondo, huyendo de la clásica estructura de inicio-nudo-desenlace (que sin embargo, en algunos aún aparece de forma sutil como elemento necesario para hilar la trama subyacente) y colocando a los personajes ya inmersos en el conflicto. Muchas veces no sabemos cómo han llegado ahí, otras lo intuimos siguiendo las miguitas de pan que Almudena nos va dejando a través de nombres, objetos, ambientes. Pero esa fractura con el tradicional cuento lejos de quitarle prestigio le da una frescura, tanto en su estructura como en su forma, con la que la autora se siente cómoda. Y eso se nota. Sus cuentos, especialmente los primeros, me han parecido tan redondos, tan logrados, funcionan tan bien que espero con muchas ganas su siguiente publicación. Almudena recurre a su imaginación desbordante para tratar temas
universales a través de situaciones tremendamente originales, novedosas
y, a veces, absurdas. Tiene tan claro lo que quiere contar en cada uno
de sus relatos que consigue embarcarnos en su nave y mecernos al ritmo
su canto. Esos caminos, que parece que no conducen a ninguna lado pero que siempre llegan a un destino, forman parte del sello personal que la autora graba en cada uno de los relatos con una banda sonora única de fondo. ¿Qué no sabéis cómo es la acústica de los iglús? Pues echadle un vistazo a este libro.
Siendo el libro de Almudena una delicia, tu reseña también lo es. Genial, de verdad, una crítica genial.
ResponderEliminarEs que hay reseñas que se escriben solas, y eso que me da la sensación de que en esta no consigo atrapar ni la décima parte de la magia que, como tú sabes, destila este libro.
EliminarUn abrazote y, como siempre, gracias por tus ánimos ;-)
Ese nadador ciego, anoche terminé ese cuento,lo veo como el tiempo.
ResponderEliminarHe leído críticas feroces, diabólicas contra este libro y ahora estoy en estado de confusión sin saber si seguir adelante.
Te animo a que sigas leyéndolo. La imagen del nadador ciego me pareció una de esas que pasa el tiempo y permanece en tu mente. Lo bueno que tienen los relatos de Almudena es que son muy distintos los unos de los otros así que quizás encuentres más adelante otra imagen que te de más luz y claridad. ¡No lo dejes!
EliminarUn abrazo y gracias por pasarte por mi rinconcito.
Me parece muy cruel que se trate a esta escritora tan mal en algunos sitios, por ser la novia de ...Tan mal está el panorama literario de los jóvenes valores actuales?
ResponderEliminarHay personas que ven más allá de lo que las simples cosas muestran, por qué no Almudena Sánchez va a poder rescatar de
Olvido lo onírico?
Esa crueldad, como sabes Pilar, es una forma desgraciadamente habitual de tratar a muchas mujeres con talento propio para dar y regalar y que, sin embargo, muchos intentan justificar colocándola a la sombra de un hombre. Es un prejuicio contra el que tendremos que seguir luchando encarecidamente hasta que llegue un día en el que, quizás, desaparezca de una dichosa vez.
EliminarUn abrazo
Pues que queréis que os diga. Soy seguidor de Eloy y pensaba que este libro iba a estar bien puesto que él lo recomendaba. Menudo chasco. Como narradora es muy limitadita y creo que si se lo han publicado siendo tan flojo es por ser novia de quien es.
ResponderEliminarSi te hubieses limitado a decir que no te gustó el libro yo te habría contestado diciendo que respeto tu opinión, un libro no tiene por qué gustar a todo el mundo y el momento en el que ese libro llega a la vida de cada uno también influye en la percepción.
EliminarPero como no te has limitado a eso yo añado que la próxima vez que pases por mi pequeño rincón seas menos mezquino y más respetuoso, no sólo con la autora sino también con quienes hemos disfrutado leyéndola. Los gustos son subjetivos pero hay opiniones que ofenden.