Lecturas de junio


«Leer a las mujeres es leer nuestra voz, un deber con nosotras», dice Belén García Abia en su excepcional «El cielo oblicuo», «Cada mujer guarda una feroz. Sale a través de nuestra voz», continúa diciendo. De ahí la importancia de leer autoras, no sólo para dar visibilidad a mujeres que tradicionalmente siempre han sido relegadas a un segundo plano en los cánones literarios sino, y sobre todo, por una cuestión de justicia con nosotras mismas, de recordarnos de dónde venimos, de que no somos uniformes ni iguales sino todas distinguibles, con un mundo interior propio, una voz diferenciada, cada una corriendo con lobos a nuestra manera. Y es que no es cierto que la escritura escrita por mujeres sea toda igual, «literatura femenina» como se la llama a veces de forma condescendiente. Y como muestra de que hay tantos libros diferentes como autoras distintas y tantas autoras distintas como mujeres individuales, he aquí mis lecturas de este mes:

1. El cielo oblicuo. Belén García Abia. Hay libros de los que una no sabe cómo hablar, no por qué no sepa qué decir sino porque son tantas y tan intensas las cosas a contar que una teme empezar y no poder parar de hablar de emociones, de encuentros que marcan, de libros que son como personas que incorporas a tu vida para siempre, de frases subrayadas, anotadas en el diario, analizadas en minutos de embeleso, y vueltas a subrayar. Un libro -vómito-lágrima sobre algo que se perdió aunque solo se tuvo en sueños y en esperanzas. Una visión de la maternidad desde la imposibilidad de ser madre y de la mujer desde la propia perspectiva de quien se siente engañada por las expectativas sociales y por los imperativos de género. Un libro sublime que nos reconcilia, como mujeres, con nuestro deber de leer autoras, pues son nuestras voces, aquellas de donde venimos y aquellas también que nos acompañan hacia donde vayamos. Léanla. 

2. Canto rodado. María Barbal. Me emociono con los libros. Entro en sus historias, las hago mías, permito que sus personajes pasen a formar parte de mi vida. Sin embargo, no suelo llorar con ellos. Y, sin embargo, con Canto rodado he llorado. Este libro de poco más de cien páginas, estructurado en capítulos cortos, de dos o tres páginas, narrado con una melancolía y una pasión por la vida que se entretejen como un jersey de dos colores tejido a mano, va entrando poco a poco hasta desbordarnos. La historia de Conxa, narrada en primera persona, es la historia de una mujer que siendo niña va a vivir con unos tíos que no tienen hijos porque en su propia casa eran demasiadas bocas para tan poco pan. Ese traslado a otro pueblo supone una ruptura con sus raíces que sin ser traumática la obliga a reconstruirse. En ese nuevo pueblo se enamora y se casa y estalla la Guerra Civil y pierde todo lo que a ella le daba sentido. Una historia rural considerada una de las grandes obras de la literatura catalana y que es una obra maestra por su tensión contenida, su ritmo melodioso y sus personajes tan llenos de vida. Siempre me lo digo, cuidado con los libros pequeños porque son los más peligrosos, los que más remueven, y como estén bien escritos se pegan a la piel. #joyita

3. El corzo. Magda Szabó. Lo confieso. Estoy enamorada de la labor editorial de Minúscula. Había oído hablar en varias ocasiones de esta autora húngara que es la más traducida de su literatura (por encima incluso de Sándor Márai) aunque en nuestro país no es hasta ahora cuando su nombre suena como uno de esos clásicos imperdibles. Por ello me decidí a empezar a leer por esta obra de Minúscula y, no falla, apuesta segura. Una novela que comienza a fuego lento con una joven deambulando desorientada por las calles de Budapest con un tobillo hinchado y un calzado que no es el suyo. Finalmente, se sienta en un césped y nos cuenta una historia de su infancia miserable, de una amistad que realmente es enemistad, de una obsesión que se convierte en odio profundo y en unas emociones que nos esclavizan destrozándonos la vida. De lo mejor que he leído este año, créanme. Una absoluta #joyaza que hace que esté deseando leer su novela más famosa, «La puerta». 


4. Reparar a los vivos. Maylis de Kerangal. Este mes he leído cuatro autoras francesas y no pueden ser más diferentes entre ellas. Si algo caracteriza a Kerangal es su estilo absolutamente intimista y demoledor que nos arrasa por la situación límite en la que nos coloca y en esa resolución de la historia que lejos de ser una meticulosa operación quirúrgica nos hace sentir que estamos en una camilla sin anestesia. Y es que la acción transcurre en apenas veinticuatro horas y el punto de partida es una llamada que nadie queremos recibir: la de un hospital anunciando a una madre que su hijo acaba de tener un accidente de tráfico. Muertos que pueden perpetuarse en vida reparando a los vivos. Médicos con sus fobias y sus filias que intentan vivir de forma paralela a la tragedia diaria que les rodea. Unos padres que no saben cómo mirarse a los ojos tras esa brutal noticia recibida. Escribir una historia así no es fácil y Kerangal consigue, sin caer en la sensiblería, emocionarnos y hacernos reflexionar sobre nuestras propias vidas, todo en uno, desplegando un talento narrativo impresionante. No apto para todos los momentos pero merece la pena, sin duda, buscar ese momento para leerlo. 

5. El baile. Irène Némirovsky. ¿Cómo se puede decir tanto en tan poco? ¿Cómo se construye un relato redondo y perfecto? ¿Cómo lograr reflejar en una corta historia que más parece una parábola la complejidad de la relación entre una madre y una hija en la que la primera quiere vivir su vida, aprovechar las últimas oportunidades que le quedan y la segunda sólo aspira a que la quieran, la reconozcan, la abracen? ¿Cómo una madre puede, con el tiempo, ver a su hija como un estorbo, sustituyendo complicidad por rivalidad, preocupación por indiferencia? ¿Qué puede hacer la hija adolescente ante esta situación? Irène, una autora a quien he llegado a conocer gracias a Pilar y su maravilloso blog musasensutinta, es una de esas que llegan, y se quedan. Una #joyita con todos los elementos imprescindibles de tensión, intriga, construcción psicológica de los personajes, venganza y desenlace que abre nuevas puertas.

6. No he salido de mi noche. Annie Ernaux. Otro de mis títulos para mis #MaternidadesLit ambivalentes. Es ésta una de esas autoras que no tienen término medio: o la amas o la odias. Afortunadamente, somos más quienes las amamos por ese estilo tan bello no exento de crudeza que conforman sus historias autobiográficas que contienen verdades de vida.  Una hija mira a su madre y no reconoce en ella a esa mujer activa y dinámica que un día fue. Una madre mira a su hija y no la reconoce, literalmente. Cada una busca en los ojos de la otra el camino a seguir hacia unos recuerdos, un pasado en común, una relación con altibajos, y cuando parece que la bombilla va a encenderse, que el milagro del reencuentro va a producirse, las puertas del ascensor se cierran. Este relato breve que Annie escribe desde el dolor y la culpa tras la muerte de su madre, está repleto de anotaciones al vuelo que escribió en papelajos durante los tres años que duró la enfermedad de Alzheimer de su madre. Un libro duro, intenso, honesto, escrito desde el desgarro, como todo lo que llevo leído de Ernaux hasta el momento. 

7. La hija extranjera. Najat El Hachmi. En el contexto de mis amadas #MaternidadesLit esta vez tocaba esta narración que, desde la perspectiva de la hija, cuenta cómo la relación con una madre que ha sacrificado todo por ella estuvo a punto de condenarla a la más profunda infelicidad. Una chica de origen marroquí llega a Barcelona con nueve años y comienza ahí un proceso de adaptación a una nueva cultura, a un nuevo idioma, a un nuevo estilo de vida al mismo tiempo que poco a poco sus raíces comienzan a difuminarse en la distancia. Su madre, una mujer que lucha en solitario por sacarla adelante, intenta inculcar a la hija el respeto y el apego a su cultura al mismo tiempo que con un espíritu práctico tira de la familia con trabajo y más trabajo. Cuando la chica termina el instituto se plantea el dilema de si debe casarse con su primo, lo que le supondría una notoria pérdida de libertad e incluso renunciar a un amor imposible o no. Una novela interesantísima con una voz brillante y un estilo hermoso que no esconde la dureza de no sentirse de ninguna parte y, al mismo tiempo, saberse necesitada o necesitar estar en todas. Una auténtica #joyita. 

8. La fuerza de las cosas. Simone de Beauvoir. Quienes amamos y admiramos a Simone nunca nos cansamos de leerla, incluso cuando, como el caso de este tercer volumen de sus memorias, nos encontramos con una obra amplia y densa de más de setecientas páginas. Comenzando en 1944 con la liberación de Francia de la ocupación nazi y terminando en 1962 con , recorremos con Simone estos interesantísimos años de una intensa actividad política con la guerra fría de fondo. Al mismo tiempo que nos va contando aspectos de su vida íntima, qué libros lee en cada momento y qué viajes realiza por todo el mundo, nos presenta un fresco de las consecuencias políticas y sociales prácticas que tuvo el fin de la Segunda Guerra Mundial. Europa lucha por reconstruirse, igual que ella. El comunismo avanza ante la oposición frontal de la órbita estadounidense y de la derecha, fuerzas de oposición que recuerdan a las que encontró la propia Simone al publicar la (revolucionaria) obra «El Segundo Sexo» o tras ganar el Goncourt con «Los Mandarines». Y Simone sigue viviendo, y enamorándose (Nelson Algren, Claude Lanzmann -quien luego se casaría con Angelika Schrobsdorff, la autora de «Tú no eres como otras madres», le demostraron que había otras vidas más allá de Sartre). En definitiva, una joya imprescindible para conocer aun mejor y entusiasmarnos aun más con la siempre sorprendente y sabia Simone de Beauvoir. 

9. Parentesco. Octavia E. Butler. Es éste uno de esos libros que me han gustado mucho más por la historia que cuenta que por cómo lo cuenta. Si bien es cierto que cojea un poco en su estilo narrativo, a veces repetitivo, a veces demasiado simple, ese regreso misterioso de una joven escritora a una plantación esclavista de los Estados Unidos del s. XIX plantea un buen puñado de dilemas y, aunque a veces resulta un poco forzada la historia, su punto fuerte radica en cómo logra hacernos sentir lo fácil que es resignarnos y acomodarnos a situaciones extremas cuando vemos que luchar es una opción casi suicida. El trasfondo psicólogico de esta novela que, aunque catalogada en ciencia ficción, resulta atractiva incluso a quienes no solemos aventurarnos en este género, compensa con creces los déficits que puede presentar a nivel de perfilar los personajes o ahondar más en sus complejidades e interacciones. Un buen libro con una profunda critica política y social racial a tener en cuenta. 

Comentarios

  1. Qué interesantes, Raquel. ME alegro de que El baile te haya dejado mejor sabor de boca que a la señora Kampf, jejeje. Me apunto El corzo y No he salido de mi noche. ¡Un abrazo!

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    1. El baile me pareció un acto de justicia poética impresionante. Estoy loca de amor por tu Iréne.
      Un abrazo gordo

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  2. Raquel, este mes ya han caído dos lecturas gracias a tus recomendaciones: El cielo oblicuo y Reparar a los vivos. Qué suerte la mía cuando te descubrí y me quedé.
    Gracias por descubrirme libros que se quedan dentro.
    Un beso.

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    1. Ay, ¡gracias a ti! Y qué libros más especiales los que has escogido. Son de esos libros que tienes que detenerte a ver porque si no pasan desapercibidos entre todo el maremagnum de títulos y que, como habrás comprobado, son auténticas perlas.
      Un besazo gordo, Lidia, y un placer que me acompañes en estas aventuras lectoras ;-)

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