El hijo del hombre - Natalia Ginzburg
Turín bombardeada en 1942. Foto: museotorino.it |
Edición: Acantilado. Febrero 2002 (1ª ed. Séptima reimpresión Junio 2016).
Traducción: Celia Filipetto
Traducción: Celia Filipetto
Páginas: 77-81
ISBN: 978-84-95359-66-7
Precio: 14,00€
Calificación: 10/10
«No hay paz para el hijo del hombre» (Pág. 80)
Este ensayo abre la segunda parte de Las pequeñas virtudes, una parte más reflexiva en la que Natalia infiere de la realidad cotidiana, esa que mira con lupa, reflexiones filosóficas. Mientras que en la primera parte es como si tuviésemos sentada a Natalia frente a nosotros en la mesa de un bar, charlando con un café sobre confidencias de la vida, en esta segunda parte me la imagino más en el salón de casa, con una copa de vino en la mano y un cigarro en la otra filosofando sobre lo divino y lo humano. Y precisamente a lo humano hace referencia este ensayo en el que habla de la confianza perdida y de la angustia que va a acompañar de por vida a aquellos que, como ella, vieron cómo la guerra les arrebataba todo cuanto tenían.
Natalia escribe este ensayo en 1946. La guerra ya ha acabado, Italia se constituye en República, el orden político va reestableciéndose. Natalia ha regresado, tras unos meses sola en Roma, a Turín donde vive en casa de sus padres con sus tres hijos. Pero Leone está muerto y nadie va a devolvérselo. Igual que nadie va a devolverse esa sensación de abandonarse al sueño después de que su puerta haya sido aporreada en mitad de la noche; tampoco podrá dejar que sus hijos lo hagan después de haber tenido que vestirles a toda prisa para salir huyendo.
Es un ensayo muy corto pero contundente, quizás el ensayo en el que Natalia expresa con más claridad su rabia, su enfado, incluso su odio y lo dirige, como no podría ser de otra manera, hacia el fascismo que le ha provocado una desconfianza absoluta en aquellas instituciones que paradójicamente están para generar la confianza en un pueblo. La policía era la misma que aporreaba la puerta de su casa; el gobierno, el mismo que mató a su marido. ¿Cómo volver a confiar en aquellos que deben protegerte pero que no lo hicieron?
"Aquellos de nosotros que hayan sido perseguidos, nunca volverán a tener paz. Un timbrazo nocturno no puede significar otra cosa que la palabra «policía»" (Pág. 79)
Nada volverá a ser igual, nunca, por mucho tiempo que pase. El miedo, la incertidumbre, se han cosido al ADN de las personas y nunca va a irse. Estremece su ¿negatividad? ¿realismo? Sea como fuere Natalia compara la ingenuidad del ser humano, la esperanza, la ilusión, con los jarrones de flores, los cuadros y las paredes blancas; son igual de frágiles y "una vez que se ha padecido, la experiencia del mal ya no se olvida". El hombre es frágil. Toda la paz, la confianza y la esperanza que tarda una vida en construirse se desmorona en segundos, porque al igual que una casa, pueden parecer sólidos pero no lo son.
«Cada uno de nosotros se ha ilusionado una vez en su vida con poder dormirse sobre algo, adueñarse de una certeza cualquiera, de una fe cualquiera y darle reposo al cuerpo. Pero todas las certezas de entonces nos fueron arrancadas y la fe no es nunca algo sobre lo que al fin se pueda conciliar el sueño». (Pág. 80)
Hay desesperanza, resignación, pero también hay un hecho que Natalia pone sobre la mesa con los jarrones resquebrajados: los jóvenes que han sobrevivido no soportan ni mentir ni que les mientan los demás. No quieren más edulcorantes de la realidad, lograron sobrevivir a lo peor que les podría pasar, así que para qué más mentiras. Al fin y al cabo,
«Ahora somos gente sin lágrimas» (Pág. 80)
Entrada creada en el marco de la iniciativa de Adopta una Autora, proyecto que tiene como objetivo, tal y como indica su nombre, adoptar una autora (que conozcas, quieras conocer y, sobre todo, desees dar a conocer) independientemente de su raza, religión, orientación sexual, época o temática. Un proyecto sumamente interesante sobre el que podéis obtener más información en su blog https://adoptaunaautorablog.wordpress.com. ¿Se animan?
¡Hoooola! <333
ResponderEliminarMe encanta, lástima que las ediciones de Acantilado no sean muy asequibles para mí (editorial que, junto con Anagrama, adoro). Me sucede lo mismo con Stefan Zweig; no puedo comprar sus libros. Entonces, acabo buscándolo en las bibliotecas. Me encantaría hacer lo mismo con Natalia, pero sólo encontré dos libros suyos. ¡Qué desgracia más grande! Sigo guardando uno de sus libros. Lo leeré en cuanto acabé con Zweig. :3 Voy muy a mi ritmo por culpa de este máster, sniff. Ah, como curiosidad, ¡durante toda mi infancia amé el nombre Natalia! Todas mis muñecas tenían ese nombre. :'D
Cuando la lea, acudiré a ti. Siempre tuve la sensación de que Natalia iba a ganarse mi corazón. ^___^
¡Abraaaaacitos!
Ay, mi Diana, ¡qué pena que no vivamos a menos de una hora de distancia para así poder prestarte los libros de Natalia! No creo que tarden mucho en adquirirlos las bibliotecas públicas dado que ya están reeditando gran parte de su obra y parece que están teniendo muy buena acogida <333
ResponderEliminarOjalá sea así y si no ya buscaremos la forma de que puedas leer a Natalia, la del nombre de tus muñecas. Es curioso porque a mi me pasaba lo contrario ¡no me gustaba nada ese nombre! ;-)
Muchísimas gracias por leerme con el cariño con el que siempre lo haces y toneladas de suerte con tu Máster ^_^
Ese abrazo
Un día tarde pero estoy aquí!! xDD
ResponderEliminarPresiento que este ensayo me va a gustar mucho, muchísimo!! Naty me ha ganado con esos párrafos tan contundentes que has escogido, y es que no sé que tienen las historias que derivan de las guerras que me pueden tanto...
Ella cuenta su historia, pero en realidad podría extrapolarse perfectamente a las vidas de muchas personas, no sólo del pasado en nuestro país (por poner un ejemplo), sino también en nuestro presente...la rabia, impotencia, la pena y la tristeza...el no entender por qué... Me ha gustado mucho este enfoque y este cambio de registro en su obra y sin perder la sensibilidad que la caracteriza (ya hablo como si la conociera de toda la vida, y eso que no leí nada aún jejej)
Ayyy Raquel, cómo me ha llegado esta reseña de hoy... Mil gracias una vez más por acercarnos un poquito más a su vida.
Un besote!! ^^
Mil gracias a ti, mi querida Ana! Naty no llega a tener esa imaginación prodigiosa ni esa capacidad para concienciar socialmente de nuestra adorada Maggie ;-DD pero también, a su manera, sabe cómo removernos por dentro. Lo que más me gusta de ella es que abres un libro suyo al azar por cualquiera de sus páginas y siempre encuentras un párrafo de gran belleza, armonioso, para degustar. Lo que más lamento es no hablar el italiano (más allá de cuatro frases chapurreadas) para poder leerla en su idioma original...
ResponderEliminarMe hace muy feliz saber que te ha calado tan hondo la entrada de hoy. Y también que sintáis a Natalia tan cerca que ya es Naty. Creo que esta mujer se lo merece.
Un abrazo gordooooo y un millón de gracias por pasarte por aquí.
Gente sin lágrimas. Qué tristeza, pero es así. Hay gente que ha pasado situaciones en su vida tan tremendas que se queda seca.
ResponderEliminarSiempre me ha interesado esa parte más humana de las guerras. No la que se decide en despachos o campos de batallas sino la que deja a su paso vidas rotas.
Tan contundente como breve me da la impresión que es este ensayo. Qué interesantes todos los textos de Natalia Ginzburg que nos traes.
Besos
Lo has descrito a la perfección, Lorena. Cuando estudiábamos los conflictos bélicos en Historia nos decían que el Presidente tal había decidido esto, el Ministro cual eso otro, nos plantaban el mapa de países y a memorizar Batallas, Tratados y Acuerdos. Hoy sigue siendo exactamente igual cuando ves muchos informativos. Nos olvidamos de las personas reales, con nombres y apellidos, con unas experiencias, unas expectativas, unas esperanzas. Natalia nos las trae aquí en primera persona. Habla de sí misma pero también de su generación. Se alza en su portavoz y cuando te imaginas esa escena en la que en mitad de la noche te aporrean la puerta y tienes que ir corriendo a poner los zapatos a tus hijos para huir por la puerta de atras, los niños llorando, medio adormilados, sin entender nada... igual que los adultos... En fin. Sobre este tema se han escrito volúmenes enteros. Natalia en cinco páginas lo resume muy bien y emociona muchísimo. Para no perdérselo.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Muchísimas gracias por tu sensibiidad y por hacerme esta visita <33
Un abrazote