La invitada - Simone de Beauvoir
Título original: L´invitée
Edición: Aguilar (1972).
Traducción: Juan García-Puente
Edición: Aguilar (1972).
Traducción: Juan García-Puente
Páginas: 500
ISBN: 84-03-04988-9
Precio: 20€ (Obras completas de Simone de Beauvoir, volumen I. Descatalogado aunque no es difícil de encontrar en librerías de segunda mano).
Calificación: 8/10
Lo que más me ha gustado: la evolución de los personajes. Simone demuestra ser mucho más que una ensayista, es una narradora extraordinaria capaz de crear una historia coherente en la que lo importante no es tanto la trama sino la vida interior de sus personajes. Éstos mienten, discuten y se reconcilian; se quedan solos con sus pensamientos, los expresan, los maquillan, los exageran. Personajes de carne y hueso que a veces se desdicen y otras se ratifican y que ahondan en lo difícil que es muchas veces actuar conforme a lo que uno siente, o le gustaría sentir. La dialéctica pensamiento-acción es un personaje más de la novela.
Lo que menos me ha gustado: Simone intenta, al igual que en sus memorias, hacer un retrato tan real de la vida que los giros que no llevan a ningún lado, las situaciones que se repiten por la indecisión de los personajes, las inseguridades que impiden que la acción avance pueden ralentizar el relato. Quien la lea debe tener en cuenta dos cuestiones: la primera, que Simone nunca deja su faceta existencialista ni siquiera en sus novelas; la segunda, que es una novela a fuego lento en la que lo importante no es qué pasa sino por qué pasa.
«Con respecto a Xavière, sentía, con una especie de alegría, alzarse en su interior algo muy negro y amargo que aún no conocía y que casi era una liberación: poderoso, libre, floreciendo al fin sin impedimentos: era el odio.» (Pág. 442)
Françoise y Pierre son una pareja perfecta, un tándem equilibrado que conforman una sola persona. Ella, escritora. Él, dramaturgo. Ambos perfectamente integrados en el mundo intelectual del Paris de 1939, meses antes de que la Segunda Guerra Mundial agite el continente europeo de forma fulminante. La amenaza de ese conflicto no impide que estos intelectuales disfruten de una vida alegre rodeados de bambalinas, borracheras en cafés parisinos, y de análisis exhaustivos de cada una de sus emociones. Tan compenetrada está la pareja que aceptan en esa relación abierta la entrada de terceras personas sin que ello amenace su identidad. Son dos. Son uno. Sin embargo, la llegada de una "invitada" especial, Xaviére, hará tambalear peligrosamente esa relación que hasta entonces parecía edificada sobre sólidos cimientos de hormigón.
«En realidad, para un corazón puro y no prevenido debe de ser un enigma esa seriedad con que buscamos el matiz exacto de cosas inexistentes». (Pág. 72)
Simone y Sartre. |
«—(...) la mentira es una cosa tan gratuita...
—Siempre es gratuita cuando se descubre—dijo Françoise.» (Pág. 131)
Sin embargo, esta armonía dura poco. Françoise comienza a verse desplazada en ese trío por la excesiva atención, casi obsesiva, que Pierre presta a Xaviére, así como por el carácter volátil e inconstante de la propia invitada. Xaviére es una joven triste que busca y necesita estímulos intensos a cada momento. No tiene perseverancia ni paciencia, es caprichosa, inestable y explosiva, manipuladora y mezquina, infantil y perezosa; vendría a encarnar algo así como «el eterno femenino» por antonomasia. Françoise, sin embargo, es una mujer racional, moderna y reflexiva, que ha adoptado muchas cualidades que se han considerado tradicionalmente masculinas: trabajadora, noble, conciliadora y tranquila, confiable y estable. Sin embargo, Françoise comienza a reconocer en ella misma sentimientos que considera innobles y que dentro de su filosofía existencialista podrían considerarse de "mala fe": los celos y, sobre todo, el odio.
«Cuando Françoise se hallaba en aquel piso, le parecía que todos aquellos años no la habían conducido a ninguna parte: el tiempo se extendía a su alrededor en una charca estancada y dulzona. Vivir era envejecer, nada más». (Pág. 148)
¿Basada en hechos reales?
Olga Kosakievicz, Simone y Nelson Algren |
Es realmente interesante la lectura de La Plenitud de la Vida de forma paralela a La Invitada pues es como si ésta fuese una forma de novelar su propia vida. Así, en ambas encontramos que Simone/Françoise se ven obligadas a ingresar en un hospital a causa de una infección pulmonar y también en la Plenitud comprobamos el proceso de escritura de La Invitada ya que Simone dedica una parte importante a explicar por qué escribió esta novela que comenzó en octubre de 1938 y terminó en verano de 1941 y cómo fue modificándola en numerosas ocasiones, para adaptarla a la relación que en ese momento mantenían con Olga y porque no acababa de satisfacerle su escritura. De hecho, aunque esta novela fue candidata al prestigioso Prix Goncourt, no resultó finalmente ganadora, algo que no sorprendió a la propia Simone porque creía que podía haber dado mucho más de ella misma.
Como curiosidad, la vida amorosa de Simone y de Sartre es tan intensa que habría hecho las delicias de cualquier publicación amarillista. Como cotilleo complementario comentarles que Olga acabaría casándose durante la Segunda Guerra Mundial con Jacques Bost, amante de Simone a quien ella dedicaría en 1949 ni más ni menos que «El Segundo Sexo» por haber sido quien le dio la idea del (acertado) título, por haber mantenido también ambos un amplia correspondencia en la que trataron muchos de los temas de este libro, y porque, según Simone, «era el hombre menos machista que había conocido». En La Invitada aparece bajo el personaje de Gerbert, un joven sensible y tímido, amante del teatro, y tal y como pasó en la vida real Françoise/Simone comienza una relación con Gerbert/Bost mientras éste ya está saliendo con Xavière/Olga, relación que se extendería en el tiempo y que ni el matrimonio de Bost interrumpiría. Lo que les digo. Un lío folletinesco de cuidado.
«Uno se pone a existir por las buenas; y, como dentro de uno mismo sigue sintiéndose igual, se apela estúpidamente a garantías externas.» (Pág. 175)
El existencialismo como linterna.
Sin embargo, el resultado es excepcional, con un final de esos que nunca se olvidan. Simone se reprochaba que este final traicionaba su exigencia de dejar que la cotidianidad entrase en la ficción; al fin y al cabo, no es ese una acto cotidiano. Sin embargo uno de los ejes en torno a los cuales gira el pensamiento de los existencialistas y también de esta novela es «la conciencia del Otro», un concepto que serviría de punto de partida al aclamado ensayo feminista de «El Segundo Sexo» que Simone escribirá en 1949. En La Invitada comprobamos cómo Françoise se pregunta: . La escritura sirve a Simone de catarsis personal pues en La Plenitud de la Vida confiesa que con ese desenlace «liquidaba las irritaciones, los rencores, que había podido sentir respecto a Olga; purificaba nuestra amistad y, sobre todo, recobraba mi propia autonomía». Así, Françoise/Simone decide, de forma extrema, no convertirse en una mujer resignada, recuperar su libertad respecto a Pierre/Sartre y mantener su amistad con Xaviére/Olga.
«Era ella quien durante años había incurrido en el error de considerarlo tan solo como una justificación de sí misma; ahora advertía que él vivía por cuenta propia, y el precio que pagaba por su aturdida confianza consistía en que se hallaba de pronto en presencia de un desconocido». (Pág. 171)El feminismo.
Montparnasse. París. |
¡Hola, Raquel!
ResponderEliminarQué decir de tu reseña (una vez más). Quiero leer a Simone y creo que este es el título perfecto para adentrarme en su trabajo. Como siempre, tu opinión es de matrícula por la emoción y la manera de expresar lo que has sentido.
Me lo apunto para disfrutarlo en cuanto pueda
¡Un abrazo enorme!