Virginia Woolf. Vida de una escritora - Lyndall Gordon


Título original: A Writer´s Life (1984)
Edición: Gatopardo (1ª edición, 2017)
Traducción: Jaime Zulaika
Páginas: 436
ISBN: 978-84-946425-4-8
Precio: 22,95€
Calificación: 8/10.
«Vosotras, que procedéis de una generación más joven y feliz, puede que no hayáis oído hablar del "ángel del hogar" (...) Me planté delante de aquel ángel y le agarré por la garganta. Hice lo posible por asesinarlo. Si no lo hubiera matado, él me habría matado a mí como escritora.» (Pág. 25)
Lo que más me ha gustado: Lyndall Gordon consigue presentarnos un retrato de Virginia Woolf muy alejado de la imagen que se ha sobrevendido de ella de mujer trágica depresiva que un día se metió unas piedras en los bolsillos para ahogarse y acabar con ese sufrimiento que le suponía el vivir. Nada más lejos de la realidad. Excepto aquellos períodos de profunda depresión causados especialmente por los abusos sufridos en su infancia y por las muertes sucesivas de personas tan importantes en su vida como su propia madre, su hermanastra Stella y su hermano Thoby, Virginia fue una mujer tremendamente vital, apasionada, segura de sí misma, rodeada de gente que la apoyó y entusiasta de la vida y del momento presente. 

Lo que menos me ha gustado: más que una crítica es una advertencia. Antes de leer este libro es aconsejable haberse hecho con un buen fondo de lectura de Virginia Woolf. Por ejemplo, yo aun no he leído Orlando y hubo muchos párrafos interesantísimos en apariencia que no pude exprimir por ello. Claro que siempre se pueden señalar aquellas páginas en las que habla de sus obrar para luego volver a ellas una vez se lean. Y es que lo maravilloso que tiene este libro es que luego puede usarse como herramienta de consulta woolfiano
«Virginia Woolf dijo que "si la vida tiene una base", esa base es un recuerdo.» (Pág. 17)
Tres hermanas: Vanessa Bell, Stella Duckworth y Virginia.
La vida de Virginia Woolf (Reino Unido, 1882-1941) es fascinante. A pesar de estar exhaustivamente documentada gracias a testimonios, fotografías, correspondencia, novelas, ensayos, diarios (esos que escribía compulsivamente como forma de explorar su mente y ahondar en temas que luego trataría en sus obras), cuanto más se la conoce más sorprende. Abordar la titánica tarea de enfrentarse a toda esa herencia escrita para escribir una biografía no es fácil pero Lyndall Gordon consigue darnos una visión precisa sobre la vida de Virginia centrándose en un aspecto concreto de la misma: su faceta como escritora. Pero, ¿eso es posible? ¿Se puede diferenciar a una autora de su obra? ¿Meter en compartimentos estanco sus vivencias personales separados de sus logros profesionales? ¿Diseccionar el yo publico del yo privado? Obviamente, no, y por ello esta obra se titula precisamente Vida de una escritora.
«Tengo los sentimientos de una mujer pero sólo el lenguaje de los hombres», citó Virginia Woolf en una reseña de 1920 (...) Virginia Woolf se propuso crear el modelo de su sexo». (Pág. 61)
Cada obra que Virginia escribió tuvo un por qué, un momento-génesis que levantó como un resorte alguna idea en la imaginación de la autora empujándola a sentarse en su sofá, el tablero sobre su regazo facilitando la escritura, y escribir sobre ello. Como ese punzante recuerdo que regresaba una y otra vez de aquella ocasión en su infancia en que de vacaciones en su casa de verano en Cornualles se planificó un viaje en barca al Faro y a su hermano pequeño Adrian no se le permitió ir. De ahí surge la necesidad de escribir Al Faro como un viaje de regreso a su infancia que le permitiese resucitar a su madre, aunque solo fuese sobre el papel, reconciliarse con el padre y viajar de nuevo a aquella época en la que la muerte aun no se había cebado con la numerosa y unida familia. 
«Para ella la enfermedad podía ser una liberación: "la enfermedad arranca de nuestros adentros los antiguos y tercos robles (...) Aquí vamos solos, y es mejor así. (...) Virginia sugiere que lo que ve una mente deprimida puede no ser irreal, sino simplemente intolerable.» (Pág. 89)
Virginia y Leonard Woolf
La galería de personajes que van apareciendo a lo largo de esta obra, relacionándolos a todos ellos con la obra literaria de Virginia, es esclarecedora. Desde el papel que jugó su madre Julia en su formación como persona y como escritora hasta el revelador papel del padre, Leslie, a quien logró superar especialmente en el tratamiento biográfico de los personajes de Virginia, la alumna que supera al maestro, pasando por sus hermanos mayores, indignos y abusadores que veían a sus hermanas como una propiedad ante lo que ellas se rebelaron y la siempre leal Vanessa, la hermana de Virginia, su alma gemela, que luego pasaría a la historia como Vanessa Bell una magnífica pintora de vida igualmente interesante. Lyndall, gran conocedora y admiradora de Virginia y de todo el Grupo Bloomsbury se mimetiza con la biografiada en la narración y recurre también al flujo de pensamiento como forma de acercarnos su vida, sus inquietudes y sus pasiones.
«En una reseña temprana y sin firma sobre las cartas de amor de Carlyle, Virginia advirtió que "cuanto más vemos, menos podemos etiquetar", y "cuanto más leemos, más desconfiamos de las definiciones."» (Pág. 219)
La obra comienza con una reflexión que me encantó en cuanto la leí y que nos da una idea de ante qué nos vamos a encontrar en esta biografía. Dice Lyndall Gordon que ella quiso escribir esta historia para hablarnos de una escritora que logró sobreponerse a tragedias familiares, enfermedades mentales y físicas, altibajos para contrarrestar la línea argumental trágica, repleta de fatalidad y muerte, que tradicionalmente se le ha venido asignando a las mujeres, incluso asignándoselo como algo natural en ellas porque el genio y el talento femeninos fuese algo contra natura. ¿Eres mujer y te sales del camino marcado? ¿Demuestras tanto talento o incluso más que un hombre? ¿Te atreves a hacerte un hueco fuera de tu casa y de tu cocina? Pues pagarás un precio por ello... Es fantástica esta referencia que Lyndall hace a otra gran mujer escritora que sacó los pies del tiesto:
«¡Por Dios! —protestó la escritora Doris Lessing—, es mujer [Virginia] disfrutaba de la vida cuando no estaba enferma; le gustaban las fiestas, sus amigos, los picnics, las excursiones, las caminatas. Cómo nos gustan las víctimas femeninas; oh, cómo llegan a gustarnos». (Pág. 11)

Lyndall Gordon
Sin embargo, Lyndall (Sudáfrica, 1941) demuestra ser una biógrafa creíble y objetiva pues lejos de encumbrar a Virginia a las intocables alturas de la exaltación y admiración nos la presenta como una mujer terrenal, obviamente, con sus lados oscuros y sus aristas, como cuando nos habla de Laura, la primera hija de Leslie Stephen, nacida de su matrimonio anterior y hermanastra de Virginia, quien debido a su retraso mental fue apartada de la familia y estuvo siempre al cuidado de extraños y de instituciones mentales. Virginia apenas tuvo trato con ella por ese motivo y tampoco parece que se preocupase en exceso por tenerlo. Este episodio junto con algunos comentarios antisemitas (resulta paradójico que Virginia se casase precisamente con Leonard Woolf, un judío «pero sin dinero», como ella misma gustaba de bromear) así como el carácter excesivamente perfeccionista casi hasta la intolerancia de Virginia nos otorga las sombras necesarias para construir este personaje real, a ratos lleno de luz, a ratos inundado en la penumbra.
«¿Acaso conocemos a alguien?—le pregunta a Vita—; sólo conocemos nuestras propias versiones de ellos, que... son emanaciones de nosotros mismos.» Como de costumbre, se muestra como la hija de un biógrafo, cuestionando los métodos de trabajo habituales de la biografía.» (Pág. 292)
En conclusión, esta obra es fundamental para poder entender mejor el por qué de la transcendencia de la figura de Virginia Woolf. No solo era una escritora excepcional, que lo era, sino que fue una auténtica exploradora en busca de un lenguaje femenino. Rompió con el machete de su testarudez y su amor por las letras las lianas de la expresividad masculina que enconsertaba el mundo de la mujer. Para ello emprendió un viaje sin retorno por la literatura experimental. En ese flujo de pensamiento se sintió tan cómoda que no solo adquirió más seguridad como escritora sino también como persona, adquiriendo un tono lúcido en sus observaciones sobre la época que le tocó vivir y el espíritu atemporal del ser humano. Recorrer de la mano de Lyndall las principales obras de Virginia: Orlando, La señora Dalloway, Al faro, Noche y día... es como hacer un viaje por nuestras propias vidas. 


Comentarios

  1. Después de un millón de años sin poder pasarme por este rinconcito, ya estoy preparada café en mano para ponerme al día.
    Este libro es una maravilla, Virginia Woolf es una de mis escritoras preferitísimas, empecé con una Habitación propia que me fascinó y es un libro al que siempre vuelvo y cada relectura es una visión distinta. Orlando me gustó, y La señora Dalloway es genial. Aún me quedan por leer varios libros de ella, (AL faro será el próximo), pero no creo que pueda resistir la tentación de adentrarme en esta maravillosa biografía, después de lo que cuentas Gatopardo es una de mis editoriales top, apuesta segura todo lo que publican y con tus impresiones, ya me has creado ansiedad lectora jejej.
    Aunque últimamente tengo muy poquito tiempo para pasarme por aquí, siempre estoy pendiente, la opo me tiene un poco en modo ermitaña pero no me olvido jejeje

    ¡Un besote Raquel!

    Pd: leí tu reseña de Madre mía, y ¡Madre mía! Tengo muchísimos sentimientos encontrados con ese libro, la autora fue la semana pasada a presentarlo en mi librería habitual, no pude ir a verla, pero me acordé de ti y de tu post. A ver si un día con más calma cuadramos y comentamos el libro.

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    1. ¡Anita!
      Un millón de gracias por pasarte por aquí. Se que el tiempo no te sobra y que estás con el ojo-zulo a tope así que es un honor que consigas unos minutitos para tomarte un café conmigo y con Virginia Woolf, y con Florencia del Campo... Al Faro te va a impresionar, ya verás. Es uno de mis favoritos del año pasado y con él me di cuenta de que no me canso de leer a Virginia porque siempre tiene un as en la manga con el que te sorprende y te vuelves más sabia, que diría musasensutinta ;-)
      Muchísima suerte en tus exámenes y nos leemos a ratitos, aunque sea tomándonos un cortado en lugar de un generoso café au lait.
      Abrazotes.

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  2. ¡Vaya manera de comenzar el lunes!
    Me ha gustado muchísimo esta entrada, como la diseccionas y nos ofreces lo suficiente para "picarnos" la curiosidad.
    Me uno al cometnario de Eibi. "Habitación propia" es un libro al que volver, como una amiga a la que acudes en busca de sabiduría.
    De ella también he leído Flush y un relato "The New Dress" (os lo recomiendo).

    Sobre todo me gusta que el enfoque de Lyndall sea que Virginia superó sus obstáculos (los de su mente y los de la propia vida). Virginia es brillante y también humana. No podía sino trascender.

    Un abrazo!

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    1. Ay, Virginia... Es que esta mujer me tiene fascinada y esta biografía no ha hecho sino aumentar mi admiración por esta mujer con tantas aristas que no pretendía ser perfecta pero cuya escritura lo es por todo lo que transmite y consigue. Yo también quiero releer "Una habitación propia" (¿qué te parece si organizamos una LC?) porque sin duda es esa amiga a la que volver gracias a la cual me descubrí (a mis años) como feminista (aunque Virginia no se consideraba feminista en los términos de la época).

      Un abrazo enorme y un placer encontrarnos en este rincón.

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  3. Hola, me ha gustado mucho tu blog y por eso te invito a participar en Masa Crítica, programa de Babelio, la red social de lectores hispanohablantes en el que recibes un libro a cambio de una reseña! https://es.babelio.com/massecritique.php ¡Empieza mañana!

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