Madre de leche y miel - Najat El Hachmi

Lo que más me ha gustado: el libro está narrado siguiendo la estela de la tradición oral haciéndonos sentir que estamos allí sentadas con Fatima, la protagonista, que somos una de sus hermanas, escuchándola atentamente, llorando con ella, acompañándola en las risas, sufriendo en nuestras carnes cuanto nos cuenta. El amor con el que Fatima habla de las mujeres de su familia, de su madre, quien la acogía en su regazo y llamaba «higadito mío», de su abuela, quien la llamaba «Fatima inu, Fatima mía», a cuya casa iba corriendo siguiendo el camino de tierra, buscando un refugio y un consuelo que siempre encontraba, de su hija, carne de su carne que de repente se convirtió en una extraña, es entrañable, cálido, como una vuelta al útero materno.

Lo que menos me ha gustado: se trata más bien de un aviso. Al final da un salto temporal que deja sin explicar porque ya está narrado en su anterior novela, «La hija extranjera». Es por ello que aunque ambos libros se pueden leer independientemente es aconsejable leer ambos para rellenar lagunas. «La hija extranjera» es el punto de vista de la hija; «Madre de leche y miel» es el punto de vista de la madre. Ambas novelas se complementan y se necesitan como una madre y una hija, nunca mejor dicho. Ambas son diferentes: la primera se centra más, a veces desde la rabia, otras veces desde el intento de comprender, en la búsqueda de la hija de su identidad propia e independiente de la madre y su cultura; la segunda es la historia vital de la madre desde el dolor y la nostalgia más profundos. 
«Era como si en su boca se acumulara el saber narrativo de todas las mujeres que la habían precedido, generaciones y generaciones de mujeres que controlaban el ritmo, que dosificaban la materia que tenían entre manos, que respiraban y sembraban sus relatos de silencios calculados para cautivar la atención de quien las escuchaba».
Najat El Hachmi (Marruecos, 1979) recupera las historias de su familia para hacer un homenaje a todas sus mujeres y, por extensión, a tantas y tantas de toda nacionalidad, cultura y raza, que han sido silenciadas social e históricamente. Con su novela «La hija extranjera» cosechó un gran éxito de crítica y ventas gracias a la narración de su llegada a Barcelona con siete años de la mano de una madre que abandonó todo el mundo conocido para ellas entonces para adentrarse en una nueva lengua, una nueva cultura, una nueva manera de hacer las cosas. La belleza, y también dureza, de la historia que contaba se ve ahora complementada con el punto de vista de la madre que comienza su relato desde la infancia hasta el día de hoy y en el que podemos percibir una notable evolución en su estilo, en la construcción de los personajes y en su voz, íntima y refrescante, capaz de decir cosas tan bellas como esta:
«Los espejos engañan, no son buenos. Por eso no dejamos que los niños pequeños se acerquen a ellos y, en su casa, los pocos que tenía estaban siempre cerrados con una especie de postigos de madera pintada. El mejor espejo, decía, son los ojos de quienes te quieren bien».
La novela comienza con un reencuentro. Tras años sin poder verse Fatima regresa a su pequeño pueblo marroquí para visitar a su familia. En este relato se alternan los capítulos narrados en primera persona, en los que Fatima recuerda su matrimonio y cómo tuvo que tomar la decisión de irse con su hija a Barcelona, con los capítulos narrados en tercera persona en los que una narradora omnisciente nos pone en antecedentes de la infancia de Fatima y de las costumbres de la sociedad que le tocó vivir. Una sociedad bastante dura por la pobreza de la tierra y la falta de comodidades que en el caso de las mujeres suponía una celda de la que no podían salir. Así, la mujer sabe desde niña que la casa de sus padres nunca será la suya. Está ahí de paso desde que nace hasta que contraiga matrimonio y así tenga una «habitación propia» que no tiene nada que ver con lo que eso significa en nuestra sociedad occidental, ya que quiere decir que será la habitación de su marido en la casa de los padres de éste. Las mujeres no poseen nada, la libertad de la que pueden gozar de niñas para ir a lavar al río, comprar al mercado o pasear por los caminos desparece cuando al casarse deben quedarse encerradas en casa. Dependen del marido para todo y, en el caso de Fatima, de la «caridad» de su familia política. No deben ocupar espacio, porque no tienen un sitio propio pero, eso sí, son las que trabajan en el campo, las que hacen las labores de la casa y las que cuidan de los hijos. Si se divorcian o son repudiadas pueden regresar a la casa de su padre pero sabiendo que, a partir de los siete años, las crías pueden ser reclamadas por el marido, ya que son de su propiedad, y tener que renunciar a volver a verlas nunca más.
«De repente me encontraba allí, en medio de aquel país desconocido, con el cuerpo que no sabía cómo adaptarse, cómo ponerse. Entendí aquella expresión de nuestras abuelas, aquella que dice que no te sostienen ni la tierra ni el cielo y que expresa tan bien la pena, la incertidumbre». 
Para salir de ese panorama tan asfixiante, no solo por el calor de la tierra o la estrechez de las casas, en el que se nos forma «en la garganta un nudo áspero y seco» que no se puede deshacer «ni con toda el agua fresca del pozo», Fatima decide ser valiente y huir con su hija para no entregarla a su suegra. En Barcelona empezará de nuevo y poco a poco conseguirá, esta vez sí, su habitación propia. Najat El Hachmi, con su voz suave pero también crítica, habla lo que todas las mujeres han tenido que callar: el patriarcado imperante en su cultura, la falta de identidad propia y de sentido de pertenencia de las mujeres, su papel fundamental en la sociedad pero tan poco valorado sino despreciado y aprovecha también para hacer hincapié en lo importantes que son los lazos familiares entre las mujeres, la sororidad que ellas ponen en práctica sin saber que existe una palabra para ello. Pero no sólo da Najat El Hachmi voz a las mujeres rifeñas sino también a todas las mujeres inmigrantes al relatar la complejidad de su situación desde su aislamiento inicial, la búsqueda de trabajo, los trámites, la explotación y su vulnerabilidad social. Una historia cuya lectura es necesaria para abrirnos los ojos respecto a muchos temas y que además es una auténtica #joyita bien redactada y elaborada con una gran sensibilidad que nos sumerge en diversos climas. Se confirma: El Hachmi es una escritora a tener muy en cuenta.

Ficha técnica
Puntuación: 8/10
Título original: Mare de llet i mel(2018)
Traducción: Rosa Maria Prats
Editorial: Destino (1ª ed. marzo 2018)
Páginas: 380
ISBN: 978-84-233-5337-8
Precio: 20,50€

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