Madres - Jacqueline Rose


Lo que más me ha gustado: En mi búsqueda de libros que aúnen Maternidad y Literatura, este libro es una de las #joyitas de mi biblioteca. Por un lado es un ensayo en el que ahonda en la responsabilidad que tienen las madres social y personalmente así como su invisibilización en prácticamente todos los ámbitos; por otro, va poniendo ejemplos muy gráficos de sus argumentos no sólo de noticias y artículos sino también de obras literarias, mencionando a escritoras que han tratado el tema de una u otra manera como Rachel Cusk, Doris Lessing, Adrienne Rich, Virginia Woolf, Edith Wharton, Alison Bechdel, Sindiwe Magona, Simone de Beauvoir, y, por supuesto, Elena Ferrante (a la que dedica un capítulo entero por esa conspiración que denuncia del mundo para ocultar el cuerpo de las madres y por declarar que «Para escribir bien hay que hablar desde el fondo del claustro materno»). ¿Cómo no enamorarme de este libro que he subrayado, disfrutado y anotado hasta la saciedad?
«O reconocemos qué es exactamente lo que les estamos pidiendo a las madres que hagan en el mundo —y por el mundo—, o seguiremos destrozando el mundo y a las propias madres». 
Si escuchamos conversaciones cotidianas no es difícil encontrar alguna en la que hablando sobre el comportamiento de una persona alguien se pregunta: «¿qué tipo de educación recibió en su casa?», lo que equivale si leemos entre líneas a «¿qué tipo de educación le dio su madre?». Si ese comportamiento es especialmente cruel o inhumano en algún momento se plantea la cuestión de «¿qué vio en su casa para llegar a convertirse en alguien así?», o lo que es lo mismo, «¿qué clase de madre tuvo que no fue capaz de controlarle/ inculcarle valores/ enseñarle a comportarse según las normas sociales?, «¿sería que no le quiso, no se ocupó de él, o le sobreprotegió y no le puso límites?». Y este es el eje sobre el que gira este libro de título tan sugerente como revelador: la madre es ese chivo expiatorio sobre el cual no sólo descargamos nuestras frustraciones personales, nuestros defectos y fracasos sino también todo aquello que va mal en la sociedad. Exigimos a las madres que eduquen, que lancen a sus hijos al mundo ya maduros, responsables, sensibles, pacifistas pero al mismo tiempo, y he ahí la paradoja, no se habla de qué condiciones deben acompañar a esas madres para que puedan cumplir ese cometido, a saber, una estabilidad económica, un tejido familiar o social que las apoye, una condiciones laborales que les permitan compatibilizar ambas facetas, un entramado sanitario y de prestaciones que vea a los hijos como algo que no es únicamente responsabilidad de las madres sino de la sociedad como un todo ya que redunda en beneficio de la misma. Ahí es cuando la política se lava las manos, la carga que se exige a las madres es excesiva y se manda un mensaje contradictorio: vive por y para tu hijo pero al mismo tiempo edúcale para que no sea un ser ni caprichoso ni violento ni egoísta. 
«Asistimos en la actualidad a lo que la socióloga feminista Angela McRobbie ha descrito como la "intensificación neoliberal de lo materno": esas madres, que suelen ser blancas, con un acabado perfecto en toda su persona (...) Y ello posee el valor añadido de que se exime de toda responsabilidad a los Gobiernos, cuyas políticas de austeridad siempre caen con todo sus peso sobre las mujeres y las madres más vulnerables». 
Haciendo un recorrido histórico que va desde cómo las madres son tratadas en la literatura griega, con esos arquetipos de madre violenta capaz de hacer daño a sus propios hijos, tipo Medea, o dedicar su vida a ellos, al estilo Démeter hasta llegar a esos menores no acompañados que recalaron desde el continente africano en la denominada Jungla de Calais actual, cuyas madres no tienen voz ni parecen interesar a nadie, Jacqueline Rose hace un recorrido completo por cómo la figura de la madre ha sido tratada históricamente: ¿qué se le ha exigido? ¿qué se le ha recriminado? ¿qué alternativas tiene? Llega así a una conclusión: «en la cultura occidental de nuestros días, las madres son casi siempre objeto o bien de demasiada atención, o no de la suficiente». Así, la maternidad sigue siendo una parcela íntima que las madres deben comentar en susurros, encerradas en un «silencio nuevo», como señaló Melissa Benn, «sabemos lo que hacemos pero sin hablar de ello en público», sin molestar.  Es más, cuando la mujer se convierte en madre es mejor que desaparezca de la escena pública, no vaya a herir sensibilidades. «Ser padre no es hacer ninguna transición sino pasarse al enemigo; es un acto político», escribió Rachel Cusk (la autora de las magníficas obras «A contraluz» y «Tránsito») . Leyendo el libro recordé el escándalo que hace poco se montó en nuestro país cuando la diputada Carolina Bescansa quiso reivindicar el derecho de las madres a formar parte de la vida pública y política al llevar a su bebé al Congreso de los Diputados. Sólo si eres una madre enajenada por el dolor, como las madres de Plaza de Mayo en Argentina, se toma en serio su opinión y reivindicaciones, siempre y cuando no indaguen ni hablen demasiado. Pero, ¿qué habría pasado si fuesen los hombres quienes parieran? ¿Se trataría de igual manera temas como la anticoncepción, el aborto, la maternidad en soltería, la adopción, la política de conciliación?
«Según escribe Adrienne Rich en su revolucionario Nacemos de mujer (1976) "Hay algo que sugiere que la mente masculina ha estado siempre obsesionada con la idea de dependencia de una mujer para vivir"»
Jacqueline Rose. 
Jacqueline Rose (Londres, 1949), reconocida crítica literaria y feminista, usando un lenguaje sencillo y a través de ejemplos realmente gráficos tanto de la literatura como de artículos de actualidad, critica de forma contundente un patrón que ha venido repitiéndose desde el principio de los tiempos: las madres son invisibles y deben quedarse encerradas en casa, conviviendo con su propia condición de extranjeras que es como Julia Kristeva denomina a esa dimensión de la maternidad como «la forma de contacto más intensa con la extrañeza del ser próximo a nosotros y con nuestra propia extrañeza», pero cuando hay que buscar culpables en por qué la sociedad es injusta ahí sí, se las pone en primera línea de tiro y se carga contra ellas. Da igual en qué condiciones fueron madres, dónde están los padres, de qué recursos económicos dispusieron, cuál es el origen de la educación que ellas mismas recibieron. Poner el foco en la falta de recursos y en el desmantelamiento del estado de bienestar significaría tener que replantearse toda una estructura económica, social y jerárquica y eso, obviamente, no interesa, siendo más fácil el recurso a una cabeza de turco aunque ello suponga un desgaste desastroso para las madres como colectivo y a título individual que, aunque se quiera mirar para otro lado, repercute también en la sociedad como conjunto. En conclusión, un ensayo imprescindible que con gran lucidez y contundencia nos hace abrir los ojos ante las flagrantes desigualdades, descorrer las cortinas de humo que nos distraen del auténtico foco del fuego y nos impele a la acción.

Ficha técnica
Puntuación: 10/10
Título original: Mothers
Traducción: Carlos Jiménez Arribas
Editorial: Siruela (1ª edición, 2018)
Páginas: 219
ISBN: 978-84-17454-05-0
Precio19,95 €

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